sábado, 19 de diciembre de 2009

Porta, el rock y la cultura de masas. Sara R. Gallardo.


La música está llena de tópicos: el grunge desaliñado, el punk con cresta, el rockero con chupa de cuero y el raper con pantalones anchos. Y, a pesar de esto, hay música más políticamente correcta que otra. Nunca oirás a un diplomático o a un futbolista decir en una entrevista que le gusta toda la música salvo el rock. Porque el rock es una de las bases culturales de la sociedad occidental. El siglo XX no se entiende sin él, son innumerables los artistas que han sido influenciados por los grupos míticos del gran género. Es prácticamente intocable. No pasa lo mismo con el rap, más joven, más inexperto y tildado de inmaduro; cuna, para algunos, de vándalos, machistas y descerebrados. Da la impresión de que el rap sí se puede despreciar públicamente, porque ningún intelectual o estudioso va a rechistar.
Del mismo modo que del padre rock and roll han nacido muchos tipos de música, entre ellas, el género comercial por excelencia, el pop-rock, también el rap está siendo objeto de una evolución interna notable. Existen ya cadenas de música que se denominan a sí mismas de Hip-hop, pero que emiten únicamente el mainstream: Jay-Z, 50 Cent, Nas, Nelly y (cómo olvidarlo) Eminem. En España ya despuntan los raperos comerciales “aceptados” por la masa y, casualmente, denostados por loshiphoperos más veteranos: Santaflow, Haze y Porta, el que más polémica ha levantado por la fuerza con la que ha penetrado en casi cualquier tipo de oyente ajeno al rap. Otros, a pesar de ser los que más venden, se salvan por su trayectoria y seriedad: SFDK, Nach, Mala Rodríguez, Toteking o Violadores del Verso.
Hay una sección del rap que se aleja del mensaje y la profundidad y ha optado por algo más desenfadado: estribillos pegadizos, chicas en bikini y pose de típico rapero de postal. Hablamos de, por ejemplo, Spanish Fly, que dejó atrás su poco afortunado grupo Triple XXX, para apostar por cantantes der&b como Flavio Rodríguez, más interesados en los culos y las tetas que en la cultura en general o la delHip-hop en particular, influyendo en la ya negativa imagen que se tiene del movimiento.



No hay que olvidar que en España todo llega con retraso. El primer disco de rap publicado en este país fue Rap’in Madrid, allá por 1989. Habrá que ver si dentro de otros 20 años la sociedad sólo se ha quedado en la superficie, los tacos y el egocentrismo de los MC’s, o si ha desechado los prejuicios y ha indagado en este tipo de música que se postula como algo más que un género. Y saldremos de dudas en cuanto literatos o pintores reconocidos comiencen a declarar su pasión por el rap y lo mucho que les ha marcado en sus vidas y en sus obras.

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1 comentario:

Mario dijo...

Muy bien Sara.
He aprendido algo más sobre el muncdo del rap.

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