miércoles, 24 de marzo de 2010

Fin de Fiesta. Óscar R. Cardeñosa

Foto by Ángel Rodríguez (Voltios)

Son las ocho, no puedo dormir. Me siento triste como un león de circo, pero creo que esa no es exactamente la razón. No es porque eche de menos tus palabras, tus manos o tus labios, tan amables y suaves. Tampoco tiene que ver que el sol se haya despertado, ni que se filtre la luz por esta ventana como cera derretida, ni que lleve horas escuchando cantar a los pájaros y sea incapaz de entender ni una palabra. Intento moverme, y creo que lo hago. A ratos me planteo si estoy despierto o dormido, y todo lo que obtengo por respuesta, es volver con rotundidad a la realidad, con el incesante galope de mi pecho. Creo por un momento que todavía te quiero un poco con el pum-pum. Pero no, es que tengo un gran corazón, eso es, un corazón enorme, como una casa, no puede ser ningún equipo de excavación diminuto, ni un ariete, es simplemente, que no me cabe dentro… Y Ese pájaro está cantando una canción mía. Me pregunto cuándo hará algo la SGAE con eso de que los pájaros canten cuando quieren y donde quieren.

El calor es insufrible, pero soy incapaz de levantarme para abrir la ventana. Pongo de nuevo en duda mi consciencia, el reloj deja caer otro minuto, las costillas se tambalean ciento ochenta veces más. Ya he visto precipitarse unos doscientos números repetidos. La niña bonita, los dos patitos, la esquela de J.C., las dos serpientes de Conan. Me gustaría ser como Conan. Fuerte, mujeriego, bebedor, como George Cloney, vender besos por fortunas… Creo que lo tengo dominado a pesar del incesante sonido tecno de mi torso. ¿Será factible que me salten los brazos y las piernas disparadas por la presión sanguínea? Creo que me duermo, aunque, tal vez, lo sueño. Sigo despierto, y escucho a una ardilla correteando por el cuarto. La has soltado por mi cuarto para burlarte de mí. ¿Cómo sé que es una ardilla? Podría ser una rata. No, no hay ratas en este piso. Todo es producto de mi jodida imaginación. Oigo a la ardilla rumiando al lado de mi cabeza, pero es absurdo que sea una ardilla. Creo que esa paloma está cantando algo de Barry White, si tuviera mi espada atlante saltaría sobre ella. Claro, ya lo entiendo, es un equipo de nuberus malvados preparándose para taladrarme el cráneo. Sueño que me despierto gritando con rabia y dando un manotazo a los duendecillos, pero solo estoy yo, en la misma postura, viendo caer los minutos, con la nariz sangrando y el palpitar de las paredes.

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