viernes, 26 de diciembre de 2014

L´enfant-machine. Marina Aguilar



Carlos Menguiano




Cientos de trozos me precipitan hacia delante escapándose por detrás a través de cientos de salidas. Me arrastran llevados por el mismo impulso que inmediatamente después me vaciará hasta dejarme inerte. Una conciencia que llamara mía pesa en mi cabeza y su peso se extiende al resto de mi cuerpo llegando a su límite inferior. Las cosas me miran. Intento ignorarlas, pero se dan la vuelta a mi paso. A veces parecen esperar un débil susurro de aprobación, aunque se apocan y huyen en el momento menos indicado. Este lugar está encantado. Nadie me pone en la tesitura de validar nada. Mi juicio es indiferente, una pura ilusión. Y, sin embargo, hasta la más anodina de mis miradas al mundo desearía capturarlo todo. No negaré que una sed vaporosa, insensata, me alimenta. Sin embargo, la solemnidad que pongo en esta empresa se me antoja tan falsa como cualquier otra actitud. Semejante bloqueo hace que me pregunte por la función del extraño artefacto alojado en mi cara. No tengo ojos. En su lugar han insertado un aparato que registra y al parecer juzga, una especie de máquina. Me pretendo un ser dotado de una grabadora, pero es imposible que el mundo esté de un lado y yo del otro. ¿Qué hace ese ojo mecánico? Me mira inmóvil desde el espejo. ¿Qué alcanza a ver?

¿Unos cuantos milímetros inflamables? ¿Un paquete visual con interpretación incluida? ¿Una expresión de horror? ¿Historias diferentes de las diferentes desviaciones? ¿Algunos miedos diseccionados? ¿Decir lo mismo de otro modo? ¿Un acto de camuflaje? ¿La restitución del movimiento? ¿La reversibilidad del tiempo? ¿Un hecho aislado en un borrador? ¿Una captura total acongojada? ¿Un colapso? ¿Una visión interior? ¿Nadie en particular? ¿Un conglomerado de materiales plásticos? ¿Un intento de resolución? ¿Pretensión de alguna cosa? ¿Palabras vacías? ¿Denuncia de lo inestable? ¿Un retrato? ¿Una vivisección? ¿Un modo de salvar lo real? ¿Un antídoto contra la angustia? ¿Una captura sensible de un contenido invisible? ¿Espectáculo primitivo? ¿El fin del lenguaje? ¿Única vía, única salida viable? ¿Salida de ratas, salida de bestias? ¿Terror sin salida? ¿Persecución de señales sin dueño? ¿Del silencio alojado entre ellas? ¿Cuerpos sin historia, llenos de agujeros?


Yo también estoy lleno de agujeros. El más grande es el que obstruye mi cara. Pretende ver, pero es él quien es visto por las cosas. Mi ojo no podrá aislarse de las mil cámaras que lo escrutan y lo interrogan cada día. Tal vez esas preguntas no sean mías, sino de ellas. Este ojo que jamás elegí me provoca sin embargo un placer intenso queriendo verlo todo. Su insistencia es atroz. Cientos de obturadores martillean mis hombros. Cierro el objetivo. 

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