jueves, 28 de marzo de 2013

JUDICI. Montse Amat


Creia, sincerament,
que l’aigua corria per totes bandes,
que no hi havia terra erma
ni branques, ni entrebancs
que no ofeguessin una rierada.
I em creia resolta per saltar
des de l’ampit de les paraules
sobre un coixí inflable amortidor.
Perquè tinc molles als peus
que m’empenyen més a munt si caic a terra
i m’he acostumat a escriure
a les pujades i les baixades
i n’he après tres o quatre coses.
Ahir,
mentre tornava el desori i el record i el mal i la incongruència,
em regalava vi bo i pernil del car
per fer baixar el nus de la gola.
Deu ser això conviure amb mi:
maleir-me de tant en tant,
suportar-me,
pelar la pell fina i sensible del meu fruit,
ser atleta malgrat odiar els esports,
condimentar els sopars amb sal de llàgrimes i suors
i després brindar,
amb un Penedès,
amb la copa alçada a tocar de la barbeta,
                                                             aquesta barbeta!)
                                                       ben amunt
                                    (Així,
que tot i així estic aquí, coneixent-me,
rescatant-me, caminant…
No hi ha major celebració
que estar amb un mateix
i poder mirar-se als ulls sense fer-se por.





Más de Montse en su blog: www.montseamat.wordpress.com

lunes, 25 de marzo de 2013

EDICIÓN POÉTICA - I. Homero





Te he pedido demasiado siempre
sin dar explicaciones
es posible que lo hiciera
entre líneas, como niebla
que se escapa de los sueños.
Tampoco me he parado a fabricar lo que pedías.
Esperaba que la magia apareciera
al final del cenicero
al despertar de la segunda guerra
a la mitad de un poema sin sentido
que nunca habías visto
y que no querías verlo.







Homero es la voz de los sueños y de los años. Ha viajado mucho a lo largo de su vida y poco últimamente, intenta “ser capaz de ver las cosas desde lejos”, olvida que es ciego. Está inmerso en un retiro recreativo que parece estar dando sus frutos. Confunde las fechas y trafica con luces y sombras. Sus obras más famosas son la Iliada y la Odisea, y se le pueden atribuir otras muchas obras porque reconoce el uso de habitual de seudónimos. Han aparecido recientemente unos cuantos haikus y dos poemas en varias publicaciones marginales, además de un propenso archivo entorno a su impenetrable figura. Los últimos extractos de su obra parecen corresponderse con el lenguaje que florece en la basura posmoderna, aunque manifiesta cierta transgresión que sugiere algún proyecto con más fondo. Parece que mientras queden sueños y tenga con qué contarlos seguirá actualizando su voz.

jueves, 7 de marzo de 2013

YA NO ME QUERÍAS. Pepe Pereza




Y llegaron los días que dejaste de quererme. 
No lo niegues, habías dejado de quererme. Lo notaba en tu respiración, en la forma de lavarte el pelo, en cómo te sentabas en el suelo con las piernas cruzadas. Me lo decían tus pestañas, tus uñas, los lóbulos de tus orejas, incluso los ácaros que dejabas en la cama me lo decían: “Ya no te quiere, ya no te quiere”. El viento cuando soplaba, tus braguitas colgadas del tendedero, ellas también me lo decían. Fui consciente de ello al verte caminar. Cuando te apartabas el flequillo yo sabía que no me querías. Si bebías agua lo sabía, al fregar los platos, al cerrar los ojos y al abrirlos. Sabía que ya no me querías, lo sabía. Si fumabas era porque no me querías y si no fumabas, tampoco me querías. Ya no me querías. Habías dejado de quererme y me lo demostrabas al darle cuerda al despertador o al hacer uso del retrete. No, no me querías, ya entonces no me querías. Lo sabía el gato, la lámpara y el felpudo de la entrada. Me lo decía el guiso que se cocía en la olla, las cortinas del salón. Me lo decían las canciones que escuchábamos y los libros que leíamos. Me lo chivaban el cepillo de dientes y la maquinilla de afeitar. No me querías. Yo era consciente de ello. También el florero y el polvo que flotaba en el aire. Y los destellos en la pared y la funda del sofá… Todos lo sabían. Y sufría porque no me querías. Se lo confesaba a las baldosas del pasillo. Con lágrimas en los ojos se lo decía. Hablaba con ellas y les decía que no me querías. Me sinceraba explicándoles que no me querías. Si dudaba solo tenía que mirarte para saber que no, que no me querías. Lo cierto es que no me querías. Y sufría, porque cuando más te quería yo, tú ya no me querías. 

 ® pepe pereza

PRISIONERO DE LA FRAGILIDAD. Fran Martínez









Que mi derrota
seduzca lo infecto.
Esa herida de pájaro florecido y esfínter de amapola,
sutil de adornos y
desolados engendros de histeria,
pálidos,
exiguos transeúntes del remedio.

Si tu no estás,
tiembla la noche de los sauces, alzar el
vuelo
de las cloacas.
Poetas y tranvías son iniquidad del paisaje muerto.

Identificado el miedo,
somnífero bacuo sobre el césped.
Cada mundo dislexia telarañas
en sus ojos.

Es todos sus cuerpos de sacrificio inútil.

lunes, 4 de marzo de 2013

EPINEFRINA. María Antonieta



Epinefrina es la metáfora implícita de lo que soy yo ahora,
de mis pensamientos.
Epinefrina se palpa latente,
son las ganas de seguir sin mirar al pasado.
Epinefrina son idas fugaces revoloteando,
queriendo convertirse en materia tangible.
Epinefrina son noches de insomnio.
Epinefrina es la dama de la disponibilidad,
es volátil
Es el abatimiento subyacente de muchos años.
Epinefrina es un motor
Epinefrina es sintética,

Epinefrina soy yo y mi ahora,
es lo que me obligo a ser.
Epinefrina es poder, es querer.
Epinefrina es la liberación,
es poder quitarse un lastre,
es volver a empezar,
Epinefrina ha de ser sustitutivo,
mi desengaño
mi musicalidad
…troloró.



domingo, 3 de marzo de 2013

TREN DE LOS DORMIDOS. José Óscar López

Foto extraída del blog "Lemon Tree"


Dormí en el tren que me llevaba
a la ciudad de los despiertos.

Viajaba en el tren de los locos,
de los seres ridículos
que hacen pantomimas
en medio de los serios ejercicios
de la razón y la moral.

Tuve sueños ridículos,
me retorcí mientras dormía.
Soñé como quien escurre limones,
como el que agita el limonero
gigante de sus pesadillas,
ácido y fluorescente
en medio de la noche
serena de la inteligencia.

Brilla mi limonero,
como un faro
me avisa de las costas escarpadas
donde terminan encallando
los más magníficos barcos frutales
para escarcir la fruta
delirante de sus bodegas por el mar.

Un mar como una tanqueta de ácido.

Un ácido devora
todo lo conveniente,
lo que debe considerarse
para llegar a alguna meta de verdad.

Corrí, corría en los campos del sueño,
corría y me agitaba,
corrí ridículo
para librarme de mis ropas
de durmiente que duerme mal.

Dormí, dormía, hice mal.
Nadie dormía allí hacia donde iba.

Iban a recibirme muecas de desagrado,
yo era un río de vinagre
entre isletas de gominola.

Son cosa seria, los payasos,
¿acaso no nos esperabais,
señor, a los payasos?

Lloramos zumo de limón,
estamos mareados,
ha sido un viaje horrible.

Y empezamos a tropezar.
Por todas, partes nos caemos.

Llegan las carcajadas.
Oh, sí, señor, al fin
hablamos una misma lengua.

Los despiertos soñaban
con ver una vez más, cientos de veces,
nuestro espectáculo grotesco,

y todos los dormidos
fuimos recibidos por fin,
con todos los honores,
en el reino de la vigilia.




José Óscar López (Murcia, 1973). Autor de los libros Los nuevos dioses (Finalista de los premios Voces del Chamamé, Asturias, 2001; editado también en Los cuadernos portátiles, Murcia, 2001) y Agujeros (Murcia, Tres Fronteras, 2002). Un tercer libro de poemas, Llegada a las islas, será publicado próximamente en la editorial Baile del Sol, (Tenerife). También es narrador. Ha colaborado, entre otras, en revistas como Hache, La bolsa de pipas, Los noveles (con relatos y poemas), El coloquio de los perros o Deriva (como ensayista). Mantiene la bitácora http://joseoscarlopez.blogspot.com

sábado, 2 de marzo de 2013

DE SUEÑOS, PARANOIAS, SEXO, AMOR, ABANDONO (Y OTROS FLUIDOS). Sara Serantes



Tardé mucho en sacar todos los cacharros de aquel fregadero industrial, debajo de todo aquel montón de mierda se había formado un caldo de comida, moho y escolopendras. Analía se había marchado cinco meses antes, dejándome todo aquel desastre por limpiar y sin dar explicaciones, sólo heridas y sabor a sangre. La casa entera daba asco; olía a podredumbre, a muerte, a descomposición. En el poco aire que llenaba las habitaciones flotaba olvido, se había estancado convirtiendo todo aquello en un despropósito pegajoso y estático. Recuerdo que cuando me levanté de la cama el martes siguiente pisé un cadáver de ratón, le reventé los huesos, el único sonido que se escuchó en el apartamento fue una especie de crack y pude sentir a la perfección como las vísceras del roedor se desparramaban sobre la moqueta; entonces volví a sentarme, levanté la pierna y me limpié con la sábana raída. Esos días no salí de casa ni me molesté en abrir las ventanas, oscuridad, necesitaba oscuridad, algo dentro de mí me decía que era lo que me merecía, el justo castigo por no haber sabido llevar todo con dignidad. Una noche después de que se hubiese marchado la encontré en la bañera desnuda, estaba preciosa limpia reluciente, no hacía juego con el resto de la casa. Las tetas sobresalían un poco del agua, flotaban cómodamente, cada vez que ella respiraba observaba a la perfección el movimiento al que se veían sometidas. Empecé a desnudarme. Ella sólo me miraba, como perdida, tampoco sentí la necesidad de hablarle, ni ella de hablarme a mí. Sólo nos mirábamos. Y mientras, yo me desnudaba. A su lado era consciente de lo mal que olía mi cuerpo, de lo sucia que estaba. Llevaba mucho tiempo sin saber lo que era una buena ducha. De repente, al verme reflejada en el espejo que cubría la pared de encima de la bañera me sentí vieja, mi piel había envejecido, mis tetas ya no eran las mismas, incluso mi cara estaba surcada por arrugas, era carne flácida, pellejo pegado a un saco de huesos. Al acabar de desnudarme me metí en la bañera con ella, encajando nuestros cuerpos como tantas veces habíamos hecho. Sujeté mi peso con mi brazo y mi pierna izquierda y me agaché para besarla. En cuanto su lengua estuvo en mi boca mi cuerpo recuperó su antigua forma, o esa fue la sensación que tuve. Quería follarla. Follándola mis tetas volvían a su antiguo estado, follándola me olvidaba de todo lo que había sucedido después. Metí mi mano entre sus piernas. Ya no podía razonar. No la dejé que me tocase. No era necesario. Era yo aquella vez la que quería romper las barreras que antes nos habíamos construido. Tardé bastante en darme cuenta de las cucarachas que empezaron a invadir su cuerpo, la bañera, la habitación. Intenté matarlas, no paré de matar bichos, pero cuantos más mataba más aparecían. La estaban sepultando en la bañera. Me preocupé de verdad cuando dejé de ver sus tetas, sólo cucarachas que no paraban de moverse, incesantes. Por la mañana pisé el ratón. A la semana siguiente empecé a hacerme cortes sólo para sentir algo. Un mes después descubrí que eso de que la sangre es caliente es mentira, descubrí que cuando la sangre resbala por mi piel lo hace fría, casi congelada, descubrí que me gusta ver las heridas gotear, que cuando la lames no es metálica sino dulce, y que cuando tragas la sensación es similar a la que deja la lefa o a la que tienes después de comer un coño, se te queda en la garganta, a medio camino, atascada.

PD: Al fin y al cabo también es un fluido.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Las opiniones y los comentarios emitidos en este blog por las personas que en el mismo colaboran, son emitidos, todos ellos y en cualquier formato, a título personal por los diferentes autores. Este blog no suscribe ni secunda necesariamente cuanto en él se exprese.



La Fanzine en Facebook