lunes, 7 de diciembre de 2020

Aislamiento, recuerdos. Yessika María Rengifo Castillo




Las frías calles

reflejos del ayer que se pierde

en fotografías del pasado.

Pasado que teje

días de primavera

acelerando el corazón

en noches de invierno.

Canciones que emanan

las tardes de soles

que se robaron las nubes grises

esfuman melancolía.

Aislamiento, recuerdos

himnos de la vida

aceleran el alma

en mañanas de agonía.


jueves, 21 de mayo de 2020

El parque en silencio. Mª Jesús Martín




El parque que rodea mi casa, está estos días de cuarentena vacío, solo algún perro corre de vez en cuando por el césped; ahora está más verde que nunca y salpicado de pequeñas margaritas. Los árboles han crecido tanto que desde mi ventana apenas se ve la carretera, antes controlaba la parada del autobús, pero ya no puedo verla.
Enfrente hay un bar, que en esta época primaveral siempre tiene la terraza llena de gente, pero lleva ya semanas cerrado. Los cafés y vermús ahora los tomamos dentro de casa o si hace buen tiempo en el balcón, hasta las costumbres nos ha cambiado este virus. La zona de juegos infantiles está precintada, ya no se escuchan las voces de los niños. Solo rompe el silencio el cortacésped de los jardineros a la mañana y al atardecer los aplausos de las veinte horas, junto al toque de campanas de la Iglesia. A esa hora nos asomamos a las ventanas y saludamos a los vecinos.  
Desde mi ventana ahora escucho con más atención el trinar de los pájaros y descubro cómo algún gorrión atrevido, viene a picotear las migas de pan que pongo en el alféizar. 

Por el lado norte veo entre el hueco de los árboles correr limpio el agua del río. La vegetación está más viva que antes de la pandemia, pues nadie la maltrata. Nunca había apreciado tanto el entorno que me rodea, ahora admirando su belleza, pienso que cuando este confinamiento acabe, quizás habremos aprendido a respetar la naturaleza, quizás.


miércoles, 20 de mayo de 2020

Desde mi balcón. Pilar Uruñuela Aransay




La vida sigue su ritmo primaveral. Observo cómo los árboles han vestido sus galas. Todos menos tres que se muestran desnudos, sin escrúpulos. Igual es porque están en zona más sombría; mi visión de lejos no es muy buena. Sigo contemplando  mi calle. A la izquierda, en un balcón veo una pajarita metálica, solitaria. Una visión casi placentera si no fuese porque está clavada en una punta y no puede echar a volar.
Algo detiene mis pensamientos. Oigo el jolgorio de los niños, esa música que alegra el día. Saltan, gritan e incluso echan alguna carrera por las calles. Ajenos a las miradas de los mayores que desearían estar haciendo lo mismo. Sin importarles el qué dirán. Es su hora de salida. Mientras dure la pandemia, un virus marcará nuestro ritmo.
Desvío mi mirada hacia la derecha. La vecina del tercero está preparando su tortilla de patata, el olor inunda todo el bloque. Le gusta echar mucha cebolla e incluso añadir calabacín. Os puedo asegurar que está exquisita. Se mezcla con otros olores arbitrarios, como el del asfalto mojado por la lluvia. 
Y me detengo mirando al vacío, para recordar los paseos que dábamos por esta misma calle, sin importarnos el tiempo. Haciendo planes de: vacaciones,  piscina, terraza, cumpleaños, teatro, cine, proyectos literarios… Todo se ha ido a la deriva. Pero sé que esto será pasajero y volveremos a disfrutar de la vida al aire libre.
En este confinamiento nos ha pasado como a los árboles, muchos han florecido, otros se extinguieron demasiado pronto.



P.Ú.A / Mayo 2020

miércoles, 13 de mayo de 2020

Resonancia. Javier Muñiz


Man In Front Of An Open Window In An Abandoned Room. Víctor Torres


Ver la vida a través
de una ventana,
la ventana indiscreta la
llamó Alfred,
mi testamento sobre lo
que veo, sobre lo que siento
es más discreto,
no veo sonrisas, pero las escucho,
no siento caricias pero las imagino,
no escucho palabras, pero las escribo,
estiro  la mano para alcanzar
la luz que ilumine mi fe en mi
resistencia.
Soy un héroe anónimo que
no aplaude, no creo en las imposturas,
mucho menos en la hipocresía,
solo deseo levantarme  de este sofá
convertido en prematura tumba
y asomarme a esa nueva vida
que la ventana me permite, quién
iba a pensar no hace mucho tiempo
que todos nosotros seríamos reclusos
en nuestros propios hogares.
Al final pude entender las palabras
de Luis, "Libertad no


martes, 12 de mayo de 2020

Revolver. Jose Yebra



la estrategia de la mentira se impone
a puerta cerrada, sin público
y las carnes se van abriendo mientras nos cuentan
que se pierde dinero, mucho dinero
porque nunca llegará Moisés con sus diez mandamientos:
dejo mis bolígrafos en una taza de los Beatles
porque me gusta escribir a mano
es la del Revolver
mi álbum favorito de los cuatro de Liverpool
la miro, recorro la ilustración
y pienso en negativo, en tazas con frases de mierda
que jamás llegarán a asomarse ni siquiera por una rendija
a eso de “apaga tu mente, relájate y déjate llevar por la corriente”
“Así se cierra un álbum”, pienso
porque mañana nunca podré saber
qué es lo que sucederá pasado mañana,
porque será mejor dormir alerta, agazapado
y despertar sediento un día en un bar de los de siempre.



lunes, 11 de mayo de 2020

Diario de una torrija. Coke Martínez


DIARIO DE UNA TORRIJA
15 de abril de 2020.
(Variación de un verso de Jorge Luis Borges: comer o no comer torrijas es la medida de mi tiempo)

La torrija metafísica, la torrija boutade, la torrija espejismo, la torrija de salón, la torrija no-torrija, la torrija funambulista, la torrija cuántica, la torrija saudade, la torrija matemática, la torrija torrija, la torrija soy siete veces más fuerte que tú, la torrija con sombrero de copa, la torrija esternocleidomastoideo, la torrija envenenada, enmascarada, enclaustrada, la torrija monto una cuarentena y me crecen las torrijas, Con torrijas y a lo loco, La torrija perfecta, Torrígeme si me equivoco, “y la torrija pa' cuando” de Jennifer Torrija, la torrija prójimo, la torrija para marineros: empapada de ron, la torrija para funcionarios: empapada de burocracia, la torrija real: empapada de elefantes, la torrija aristócrata, la torrija Pérez-Reverte, la torrija Sabina Urraca, la torrija Oliverio Girondo, la torrija Antonio Rómar, la torrija hipster, la torrija rascacielos, la torrija de mariguana, de pastel de carne, de cicuta, la torrija París, la torrija Madrid, la torrija Logroño, la torrija azul, la torrija de nácar, la torrija esencial, la torrija elevada a la torrija, la torrija inmortal, inmoral, insípida, la torrija al punto, la torrija más vale en mano que ciento volando, la torrija y la ingle, la torrija alquimista, la torrija militarizada, la torrija bagatela, la torrija de quita y pon...

Variación torrijera sobre Aullido de Allan Ginsberg:

¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija! ¡Torrija!

¡El mundo es torrija! ¡El alma es torrija! ¡La piel es torrija! ¡La nariz es torrija! ¡La lengua y la verga y la mano y el agujero del culo: son torrijas!

miércoles, 6 de mayo de 2020

El peor contagio es la obediencia. Pinta





Pinta es un podenco hembra adulta y sensata.

Silencio. Ada Menéndez


With humans in hiding, nature takes back empty city streets



Silencio en el pasillo.
Silencio en el dormitorio.
Silencio en familia.
Nunca había visto
tantos pájaros al otro lado
de mi ventana.
Vuelan. En silencio.







ADA MENÉNDEZ. Coordinadora del fanzine #LabFanzine y del ciclo feminista de mujeres artistas #NosotrasCreamos. Desde mayo 2017, gestiona y dirige desde Zaragoza una escuela de escritura creativa y animación a la lectura, El Laboratorio de Sueños. Siempre escribe con música alta y alguno de sus gatos sobre sus pantorrillas. Odia las tormentas. Le gustaría volar en dragón. Recuerda todo lo que sueña. Cuando está triste, baila con la canción El pavo real de El Puma. Le encantan Saramago, la Generación Beat, Sylvia Plath y la tarta Sacher.

martes, 5 de mayo de 2020

Rumores del tiempo. Melania

Sujetos. Melania


Augusta tormenta oculta ante la atenta mirada de la estación meteorológica, imperceptible entre personas enjauladas.
Ostensible entre seres libres, alterando el sueño de pájaros en una ciudad desordenada.


lunes, 4 de mayo de 2020

(Pausa). Alba Belba R.F.



Tras medir la cadencia del reloj y dejarme llevar por el parpadeo del tiempo, admití que no me quedaba nada más por hacer en aquella casa. Incluso las conversaciones se habían vuelto intermitentes.
Pausa.
Tiempo.
Repasé de nuevo las fotos de la alacena. No me gustaba esa foto, resultaba demasiado infantil. Me fijé en la chica de grandes rizos y amplia sonrisa. Rebeca no tendría más de diez años. Había visitado todos los paisajes fotográficos pero no me había fijado en ella. No, no había querido recordarla.
Pausa.
Tiempo.
Cuando saliera, iría a correr por la playa y mojaría mis pies con el vaivén de las olas. Respiraría hondo. Admiraría la tierra sobre mis pies y no sobre mi cabeza. No como la chica de la foto.
Pausa.
Pausa.

Yo al menos seguía viva.

viernes, 1 de mayo de 2020

Bienvenido a Gibraltar. @ojkosme y @danyolympius

Fotografía: @danyolympius










De mi esclavitud en libertad, cuando ya me he acostumbrado a ver las nubes a través de una ventana, cuando ya me he acostumbrado a no salir al mundo que hay detrás de la reja que me han puesto en puertas y ventanas.

¿Qué haré cuando tiren esa reja abajo? ¿Qué haremos cuando nos abran la puerta desde fuera? Como un macaco de Gibraltar pero con nombre propio, veré la reja caída, la puerta abierta y mis piernas no querrán correr ni mis alas querrán volar.

Se ve el cielo tan azul, es tan agudo el canto de los pájaros, tan nítido el horizonte desde esta parcela en la que me han cerrado, desde este lado de la reja, desde este peñón sin castillo.

Miraré la vida pasar, saludándola de lejos y si se acerca a verme… le haré alguna mueca para hacerle reír. No sé si querré ser libre cuando me den la libertad, no sé si seré libre cuando quede en libertad.


jueves, 30 de abril de 2020

Sin visos del futuro. Lia Katselashvili


 
Robert Lebeck exhibition: people reading newspapers on streets of Prague. 1968.


No hay planes. No hay planes del futuro. Solo el día a día. Esperamos…
Quince días, veinte… cuarenta días.
El primer día bordé. El segundo también. Y el tercero. Y el cuarto…
Son bonitos, con muchos colores. Los mismos de la primavera que vemos desde la ventana.
Nadie sale. No hay nadie, salvo algún niño despistado jugando al fútbol y los hombres que no tienen miedo.
Todos guardan distancia. Parece que da miedo hasta mirarse.
Esta todo más limpio, eso sí. ¡Qué satisfacción! ¿Verdad? Todo está limpio sin nosotros. Al final, parece que la plaga sí que éramos nosotros.
He terminado cuatro series. Todo lo que no he visto en dos años, lo he visto en una semana.
Películas, algunas antiguas sobre golfos y otras nuevas sobre espías.
En todos hay algo de fin del mundo. Si no lo estuviéramos viviendo, sería ficción.
Todos los días la misma sensación de irrealidad. La misma pregunta: ¿Está realmente pasando?
¿Esto es real?
Vuelves a lavarte las manos. Miras por la ventana. Acechas al enemigo invisible.
Hay miedo. Cierto miedo. Algo que no ves, algo que no sabes lo que es. Nadie sabe qué es.
Los conspiranoicos tienen muchas variantes. Todos podrían ser ciertos. La cosa es que no podemos salir.
Hay bromas. Aplausos a las ocho. Música, a veces e internet fallando.
Tenemos comida y papel higiénico. ¿Qué más se puede desear? Por ahora, incluso tenemos dinero.
Por lo pronto, muchos decimos que esto se parece a lo que ya hacíamos antes, pero algo nos acongoja. Necesitamos salir. Es como estar atados.
Ahora solo sales al balcón. Los vecinos también han decidido hacer lo mismo. Un perro ladra.
Lo que sí es seguro, es que la tasa de criminalidad ha descendido o por lo menos, no sabemos nada al respecto en los últimos días. ¿Ya no hay robos, asesinatos ni violencia doméstica?
No sé cuándo nuestros mejores deseos se convirtieron en pesadillas.
El sofá, peli y manta, es ahora una especie de tortura. Parece que viviéramos en El día de la marmota, todos los días lo mismo: haces la comida, a veces limpias, llevas chándal, miras la tele, te asustan los informativos, decides mirar las redes sociales y estás ahí un rato largo. Alguien hace un streaming, otro publica su poemario, otros escriben libros, otros se insultan y alguien se disfraza de perro para poder salir. Muchos cuelgan enlaces de libros: 100 libros gratuitos que deberías leer, 200 poemarios gratuitos, British Library hace públicos los cuadernos de da Vinci. ¿De verdad leemos tanto? ¿De verdad necesitamos tanto? ¿Cuántos libros somos capaces de leer en una cuarentena? ¿Quién lleva los números?

Nunca pensé que echaría de menos el mundo… las calles sucias, el metro atestado, la gente empujando, los vecinos montando follón… Al parecer, el significado de la vida sí que era el ruido.

lunes, 27 de abril de 2020

Nos crecen las distancias. Laura Llera Arnanz

The Sheltering Sky (Bernardo Bertolucci, 1990)


Elegí una distancia y llegaron otras
cada vez más distantes
insalvables 
se alejaban del paisaje 
de mis ojos 
cada vez menos míos también


llegó además la muerte 
a culminar otras rupturas
rodeada de distancias y de nadie
en medio del medio
un poco al sur del norte


sobrevive una gota 
a la deriva
sin mar alrededor

Share. David Mardaras

The Childhood of a Leader (Brady Corbe, 2015)


The joy of sharing an experience with another person.
The joy of being taught English, for example,
By an American young woman
While being a child
In your room.


Her voice, the words;
Everything.

El confinamiento es una oportunidad. Eltuertoquetodolové



El confinamiento no permite salir de casa. Supuestamente. Pero en nuestras casas (no todas son así) del siglo XXI la Internet nos abre al mundo y podemos ir al cine, a un concierto o de vermú con las amistades.

Tantas horas en el hogar es una oportunidad para ganar consciencia sobre la vida. ¿Es necesario correr todo el tiempo? ¿Es obligatorio producir constantemente? ¿Por qué te emparejaste si no soportas a tu cónyuge? ¿Para qué tuviste descendencia si la consideras inaguantable? Con poca reflexión podemos llegar a la conclusión de que el modelo social que nos han impuesto es UNA MIERDA. Trabajar cuarenta horas a la semana durante once meses al año para tener un sueldo que, al juntarlo con otro, me permita pagar la casa, el o los coches, unas vacaciones en el mes que no trabajo y un montón de objetos absolutamente prescindibles. Qué gozada.

"La libertad es la cárcel más grande de todas las cárceles", dice Corcovado. La libertad no existe, estamos bajo sujeción de la genética, la física, nuestra infancia, el condicionamiento social, el código civil, el código penal, la hipoteca, los horarios, las redes sociales, Whatsapp... Cuando tomamos una decisión nunca es libremente. Porque la libertad no existe, es un constructo, un concepto imaginario. Por lo tanto, puedo ser libre cuando quiera. Dos o tres meses de encierro no me hacen ser menos libre. Al contrario, también tenemos la oportunidad de aprovechar este recogimiento impuesto. Podemos dedicarnos a todo eso para lo que no tenemos tiempo habitualmente, podemos dedicarnos a perder el tiempo (¿qué es perder el tiempo? ¿cómo se puede "perder" el tiempo?), podemos pasar horas contemplando las nubes, podemos mirar hacia nuestro interior, podemos disfrutar de tiempo de calidad con las personas con las que convivimos. Y si podemos hacerlo ahora, ¿por qué no podemos hacerlo siempre? ¿Por qué no dejar de producir y consumir, y dedicarnos a otra cosa? ¿Y si el día que decidan que podemos salir a la calle (es decir, volver a trabajar) nos quedamos en casa? Y, cuando llegue el momento, no hacemos la declaración de Hacienda. Y no pagamos la hipoteca, ni el alquiler, ni la electricidad. Y nos cortan la electricidad, nos quedamos sin Internet y sin teléfono. Y nos vamos de paseo al parque. ¿Qué harían? Echan a cada persona de su puesto de trabajo (quienes sigan teniendo trabajo cuando esto acabe), por no ir; pero es que nadie puede sustituir a la persona despedida porque está todo el mundo paseando por el parque. Y pasamos hambre porque los supermercados están vacíos y cerrados. Y YA NADIE FABRICA PAPEL HIGIÉNICO. No hay pañales para la infancia. Así que formamos redes solidarias para ayudarnos las unas a los otros. Los bancos congelan nuestras cuentas y se quedan con todo nuestro dinero, que ya no sirve para nada. Policías, militares y transportistas no acuden a trabajar. La gente enferma muere, pues nadie va a currar al hospital. El aire y el agua aumentan su calidad. De las redes de apoyo surgen asambleas comunitarias. La Unión Europea expulsa a España y clausura sus fronteras. En Portugal la gente deja de ir a trabajar. Trump se enfada y pone precio a cada una de nuestras cabezas. De las asambleas brotan planes de producción y reparto de alimentos. Se abren casas de socorro con ayuda médica básica. Artistas y titiriteros salen a la calle y la llenan de luz. La clase política hace tiempo que se fue del país con la élite económica. Se llevaron todo nuestro dinero (meta a la que se dedicaban con ahínco antes del cambio), pero ya no podrán llevarse nuestro esfuerzo ni nuestro tiempo. No tenemos petróleo, así que invadirnos no merece la pena. En el exterior hablan de una extraña enfermedad mental contagiosa, vivimos peor que en Corea del Norte, Venezuela y Cuba juntas. Aquí nos dedicamos a la subsistencia básica, a reeducarnos, a tener en cuenta los sentimientos, a colaborar en lugar de competir, a ser la verdadera humanidad del siglo XXI. ¿Eso te gustaría? En realidad vamos de cabeza a la distopía descrita en los noventa del siglo XX en las  novelas ciberpunk: desastre ecológico, enfermedades emergentes y poder político bajo control de megacorporaciones. Lo siento mucho por quienes vienen detrás.

lunes, 20 de abril de 2020

Silencio. Sonia Andújar

Young woman on the balcony, 1950s (Nina Leen)



Abro la ventana
y ahí estás
de nuevo
inmenso como una tarde de agosto.
Abro mi ventana
y entras
como un elefante
golpeando la nada que cuelga en el aire.
Me abro en canal
y dejo entrar
a la quietud que te envuelve
y provoca el reencuentro
de mi yo interno
con el circo que arrastro
y que me asfixia.


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