domingo, 30 de diciembre de 2012

II Recorrer la ciudad hasta un lugar. Miguel Gómez Villarino




No tenemos la alegría aquí, de acuerdo, pero tenemos
una desesperación a la que dar forma al menos;
no a una felicidad razonable sentada              
a la mesa
otra noche más,
su sitio está vacío hoy otra vez
y otra vez la esperábamos ver llegar
en vano;
la belleza se ha ido encadenando
en mis oídos mientras tanto
como siempre me pasa
en los momentos más inesperados
como por arte de magia;
navegando a través de los libros
más que leyéndolos,
Sentado ante esta mesa como uno
que estuviera encadenado a galeras;
huyendo de las calles, pero a otras
calles distintas
y luego a otras a su vez...
Arrojarme a las calles es de lo poco que aún
consigo hacer;
ponerme a mí mismo en ellas, para ser exactos
y luego que algo me empuje a andar...

Consumo el día entero en esperar un solo momento;
Ahora no sé si temer más a la felicidad o a la desdicha;
una conversación conmigo mismo, en la que de vez en cuando
entra alguien;
Detrás de una palabra durante meses
igual que detrás de una chica, y cuando
ya abandonabas, viene a ti;
una palabra detrás de otra palabra
y pueden causar tanto dolor, tanta ilusión;
un optimismo desenfrenado, una
desesperación sin control...
Quisiera llenar las horas con todas las cosas con que
lo hacíamos antes...
Me preocupa el tiempo que me espera hasta el futuro
lo que me queda por llegar hasta ese entonces,
pero mientras llega y no llega tengo que vivir;
recorrer la ciudad hasta un lugar sólo por una
canción
recorrer el país, el continente, hasta un lugar
por una chica;
Verles equivocados y no sacarles del error
a todos los otros que hablaban en aquel bar; aquella noche
como si todo tuviera sentido sólo cuando yo
no estaba allí

sábado, 29 de diciembre de 2012

Bukowski. Florentino Gutiérrez Gabela


La vida siempre fue una mala perra
una vieja borracha sucia
y maloliente
por los oscuros callejones
de los arrabales
ahí estás de trotamundos
y aún consideras
que es agradable ser Bukowski
no hay nada que discutir
sobre este sórdido argumento
de la literatura
la soledad no es la peor cosa
ni los bares
ni las apuestas
ni las putas de las aceras sonriéndote
has peleado a la contra
con toda la desesperación
y has envejecido
con una multitud de héroes ignorados
por esa maldita cosa de la poesía
te imagino aún
con el cigarrillo colgando de los labios
maldiciendo al dios de las dos caras
o buscando tu alma
por algún cuarto de alquiler.



Florentino Gutiérrez Gabela.
Lugar y año de nacimiento: (León - España) 1953.
Tiene poemas publicados en revistas virtuales, entre otras: Letralia, Destiempos, Gibralfaro, Palabras Diversas, Remolinos, Revista Cultural Almiar Margen Cero.
Varios libros publicados de poesía: La Ciudad de los Lenguajes, Alba de Otoño, Los Paisajes Oscuros y Vivir no es una Utopía. (Editorial Visionlibros).
Pertenece al Directorio de escritores R.E.M.E.S.(Red mundial de escritores en español).

Cinco Guerreros. Gonzalo Salesky


Llegaremos a Brasilia en dos horas. Nos aprestamos para la gran batalla. Hace décadas que la opresión viene forjando nuestro deseo de luchar y de ser libres.
Ajusto mi cinturón y me preparo para el lanzamiento. Mis cuatro compañeros de cápsula están listos. Alfa 9810 tiene los ojos cerrados, quizá por los nervios, quizá por la emoción. Es su primer vuelo fuera del continente. El resto de nosotros tiene algo de experiencia, pero no más valentía.
Mi nombre es Beta 4791. Nací el día doce del primer mes de 2083 en la base europea Esperança, cerca del país que antes llamaban España. No tuve la suerte de conocer a mis padres. Tal vez ellos también estén viajando en alguna de las miles de naves que nuestro Líder ha enviado hacia el Imperio.
Allí, no nos esperan. No conocen nuestras nuevas armas. Ni siquiera saben de nosotros, encerrados en sus enormes burbujas, distraídos por sus pantallas, alienados por sus medios de comunicación… no imaginan que vamos a invadirlos.

*

En mi infancia escuché una hermosa leyenda. Relataba la cruzada de grandes hombres, que liberaron Eurasia de un oscuro tirano.
La comparto para animar a mis compañeros. Delta 0462 me asegura que la historia es cierta y que ocurrió hace unos doscientos años. ¡Doscientos años! ¿Será así? Ojalá recuerden esta gesta durante tanto tiempo.
Por ahora, no sé nada de Gama ni de Omega. Ni sus números de serie, ni su edad... Pero en sus rostros veo el mismo maltrato que hemos sufrido como pueblo.
Pese a todo, pudimos adaptarnos. Siempre lo hicimos. Estamos decididos a ser libres. Acabo de cumplir dieciocho años y nunca pude decir lo que sentía. Me acostumbré a hablar en voz baja, a no mirar a los ojos, a callar, a no pensar distinto.
Con Alfa fuimos compañeros de escuela-cárcel. Doce años completos levantándonos de noche, picando roca, limpiando el excremento de nuestros dictadores de América del Sur. Setecientos metros bajo la superficie, casi sin luz ni agua, con poco aire…
La esclavitud ha moldeado y templado nuestro espíritu. Así, aprendimos a compartirlo todo. No lo que sobraba, lo que faltaba y apenas alcanzaba.
Día tras día, creció en nosotros el sueño de libertad.

*

Pasan los minutos y siento que mi traje me ajusta bastante. Acostumbrado a la escasez, llevo pocas provisiones. Sólo guardo dentro de mi ropa una foto-móvil de mi futura esposa, que una y otra vez me saluda y alienta. Eso me hace más fuerte y me asegura que esta guerra… esta guerra valdrá la pena.
Seguimos volando, cada vez más rápido, en una de las naves que la Resistencia ha lanzado rumbo a la capital del Imperio Suramericano. Aquí, como en las otras, hay cinco guerreros dispuestos a todo, uno de cada raza europea. Kilómetros y kilómetros de orgullo y valor me rodean.
En este momento, en mi pantalla-facial aparece la imagen de nuestro Líder, que nos repite, con voz serena pero firme:
VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES...
VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES...
VAMOS POR TODO. QUEREMOS SER LIBRES...
Con la tranquilidad del que es capaz de dar la vida por lo que ama, me recuesto sobre la ventana que muestra las estrellas y trato de descansar un poco.

*

Sólo faltan cuarenta segundos para llegar. Me siento feliz. Veo a través de mi casco que la batalla final ha comenzado. Y estoy seguro… la victoria será nuestra.
¡Viva la Gran Eurasia! ¡Viva!




Cinco guerreros - Finalista del II Premio de Relato
“Taller de Escritores” (Barcelona, España)

miércoles, 26 de diciembre de 2012

A la diva. Esgarracolchas




Llámalo justicia

Machácame de veras
golpea lo más duro que seas capaz
nada importa
te quiero
escúpeme
sácame los ojos
te gusta, dilo
paséame desnudo por avenidas de naranjos
no me rendiré
te quiero más
te adoro mucho más
arrástrame por caminos sembrados de cardos y desprecios
fornica en mi presencia con uno, con dos… con mil
ríete de este desgraciado
rompe mis cartas
fustígame
ignórame
destrípame
pinta con mi sangre un corazón sobre el cemento mientras sonríes
te amo más
mucho más.
Así seguiré hasta que te agotes de tanto odiarme
hasta que desfallezcas de ignorarme
así seguiré hasta que tu corazón languidezca
hasta que tu armadura pese demasiado
te haré sentir dichosa
única
te enseñaré que el amor es grandioso
nada es comparable
sabrás lo que significa vivir para otro
no desearás que nos separemos nunca
cuando brote una lágrima de amor hacia mí
cuando tu alma adore mi valentía y mi tesón
cuando el veneno esté dentro
entonces te abandonaré
solo entonces sabrás lo que tantos sintieron por ti
te guiaré por la agónica senda del desprecio
hasta el prado quemado de la frustración
no soy ningún santo
soy la venganza a tu desdén enseñándote modales
yo soy quien mancha la noche de negro con su negrura

No hay desengaño. Erebus




Una lágrima por la mejilla,
los ojos cerrados,
los abrí antes y me arrepiento,
si cerrarlos es soñar,
y el sueño es bello,
por mucho que sea irreal,
prefiero morir en la celda de mi reino,
que mojar el suelo con una lágrima más.

domingo, 23 de diciembre de 2012

La Noche. Amancio de Lier


Firmamento gotea
perfil difuso el otoño,
hojas de arboles.
naufragio en que partimos
la luna viene
cuando se extienden las piedras;
paisaje doy un tropiezo,
lleno de nubes el parque.
un ilegible otoño,
las frondas rompen crisálidas.
el crecimiento de yeso en la pared
afectada por inscripciones
apenas quedan arboles.




jueves, 20 de diciembre de 2012

El desengaño primigenio. Erebus






I. Las fuentes.

Según recientes investigaciones, llevadas acabo por los sabios de la Academia de Historia Arqueológica de Francia, el desengaño está casi en la misma sustancia de la que estamos hechos. Arrojan este sorprendente resultado, a la luz de ciertos pergaminos hallados en tierras semitas, que parecen narrar una versión hasta ahora desconocida del Génesis bíblico. En esta se descubre que aquellos hombres ya poseían una visión metafórica de la realidad bastante desencantada.
No nos ha llegado el nombre del escritor, poeta, profeta o autor de dichos pergaminos, si bien se puede considerar bastante afortunado el mero hecho de haberlos encontrado. A continuación y en exclusiva, trasladaré el contenido de dichos pergaminos, a los que he tenido acceso en mi última visita a la sede de la Academia en París.

II. Un Génesis muy diferente.

En la Eternidad sin tiempo antes de la Creación, nada había más que Dios y su Gloria. El Infinito era su morada y la única luz que existía estaba en su Ser.
Entonces decidió dar la luz al Infinito, y así fue creado el mundo.
Creó a continuación mares, cielo, estrellas, Sol, nubes y tierra y pobló toda su extensión de criaturas que le agradaban, y vio que era bueno.
Creado estaba el mundo, desde las altas montañas y las colinas cubiertas de hierba verde y musgo hasta el último arroyuelo del último confín, pero vio que algo faltaba, y así concibió crear al hombre.
Quiso crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, pero pensó que algo estaba mal. Pensó el buen Dios que un simple paraíso terrenal y una vida ilimitada no serían suficiente para calmar el dolor que surgiría en su nueva criatura al verse desprovista de casi todos los poderes y capacidades de los que el propio Dios gozaba. Viendo que la razón que iba a implantar en su creación iba a ser un peso excesivo para su alma y su cuerpo, resolvió que vivirían en el paraíso terrenal, protegidos de los dolores del mundo exterior, y desprovistos de ojos y oídos, pudiendo sólo percibir de la manera más primitiva posible; mediante el tacto, el gusto y el olfato.
Pensó el providente Dios que bastaría hacer que el hombre se viera inmerso en un mundo de oscuridad y silencio para que no lo atormentaran horizontes imposibles de traspasar, ni le causara desdicha alguna el sonido repetido mañana tras mañana del pájaro cantando al invisible alba, y así obró en su infinita sabiduría.
Adán y Eva, los dos primeros seres humanos fueron creados por Dios de su propia materia y puestos en el Paraíso para que disfrutaran una vida eterna repleta de dicha.

III. La vida en la dichosa oscuridad.

Tal y como Dios había designado, Adán y Eva fueron inmensamente felices en el Paraíso, y nada conseguía empañar esta dicha. Vivían en un mundo oscuro y carente de todo sonido, pero con esta carencia, habían ganado una unión entre ellos, con la naturaleza y con Dios como si aún siguiesen en su Eterno Regazo. De hecho, eran como niños en el vientre de su madre. Conocían el tacto y el olor de todas las cosas buenas del mundo, y eran puros e inocentes, hasta cuando sus manos tocaban el cuerpo desnudo del otro. Nada había que pudiera hacerles daño o mal en tal estado, salvo una cosa...

IV. La auténtica naturaleza del Árbol de la Ciencia.

Con todo, había una cosa que Dios había ocultado por su bien a Adán y a Eva: el Árbol de la Ciencia. Para que no pudieran llegar a éste y a sus frutos, lo había puesto en lo alto de una montaña con un pico casi inaccesible.
Allí, en ese lugar remoto frío y hostil, se encontraba erguido aquel árbol verde y frondoso que daba sus frutos ajeno al entorno en el que se hallaba.
Su copa señalaba hacia lo más alto desde la cima, al hogar de Dios, donde los humanos tenían prohibido habitar.
Mas un día, el espíritu que un día se reveló contra el Creador, se apareció a nuestros primeros padres en forma de corriente de aire, y arrulló en sus corazones palabras que no conocían y les incitó a seguirlo hasta el final de la corriente. Así es como paso a paso, se fueron acercando al árbol sin que ningún obstáculo pudiera impedírselo. Subieron al final a la montaña, y la corriente se detuvo en el momento en el que las manos de Eva y Adán se posaron sobre los suaves frutos del árbol prohibido.

V. El final de la Edad de Oro.

Nunca llegaron a plantearse con su inocencia si aquello estaba prohibido, pues sus corazones eran puros y Dios nunca les había hablado de aquel sitio.
Comieron de los frutos del árbol como hubieran comido de cualquier otra cosa, y por cierto que les parecieron deliciosos, pues comieron con fruición aquella sabrosa carne que nunca antes habían probado.

VI. El principio de la nueva era.

Tan pronto como terminaron de comer, el fruto hizo sus efectos. Les salieron ojos en la cara y orejas en la cabeza. Atónitos y asustados por primera vez en sus vidas, contemplaron desde la cima de la montaña su feliz morada, y vieron como el dedo de Dios salía de una nube señalando al Edén, y como este se transformaba en cuestión de un instante en un desolado desierto, y el pico de la montaña en la que se hallaban, en un pedrusco en mitad de la nada.
Oyeron por primera vez la voz de Dios, que les decía que ya que habían elegido aquel camino, iban a conocer lo que era el sufrimiento. Ahora se sentirían afligidos por los sentidos, y la muerte estaría presente en sus vidas, que tendrían que ganarse con esfuerzo y dolor.
Atribulados, con pena en el corazón, con el recuerdo del Paraíso aún presente, y con un futuro tan incierto como el horizonte que ahora podían ver, empezaron a andar cabizbajos a buscar el primer sustento y el primer cobijo de sus vidas. La dicha y el reposo de la oscuridad y el silencio ya sólo se encontraría en sus sueños. Ya nada sería lo mismo, lo perdido jamás se podría recuperar, y sólo quedaba como opción tratar de emular con ingenio la dicha que un día les perteneció. El desengaño y las ganas de burlar a la muerte y al dolor serían ya su herencia para siempre.






Tras el pseudónimo Erebus, se parapeta Marco Portillo, burgalés licenciado en filosofía sin título, misántropo universal atrincherado a muerte en su casa, escritor a ratos y colaborador ocasional de esta humilde manque enjundiosa fanzine.  

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Aquella tarde de circo. Eva María Medina Moreno




Me estaba meando, necesitaba ir al servicio. Me escabullí por debajo de los asientos buscando el lavabo. Entonces descubrí que el que hacía de león se fumaba un cigarrillo con la princesa rusa, a la que echaba el humo a la cara y cogía por la cintura; princesa, barriobajera, que acababa de hacer acrobacias encima de los elefantes. La cabeza de león estaba en el suelo, al lado de ellos. Iba a preguntar cómo ir al servicio, pero antes de hacerlo oí un «quítate niño» de uno de los payasos que discutía con el presentador, quien a su vez estaba comiéndose un bocadillo de chorizo y se limpiaba la grasa en la capa negra brillante. Aquello fue peor que enterarme de que los reyes eran los padres, peor que si se hubiera descubierto que la bella durmiente se drogaba, que el hada madrina y el príncipe eran amantes, y que la madre de Bambi había fingido su muerte para librarse del hijo.
Todo el encanto del circo se desplomó; el hombre-bala, el domador de leones, los equilibristas, los payasos. Toda esa magia. Había algo obsceno en el descubrimiento. El mal olor de los animales, las cagadas de los elefantes, el chihuahua del domador ladrándome, el domador escupiendo, sin hacerme caso. «El servicio, por favor». Y la mirada diabólica del payaso triste. Me meé encima.
No quise volver al circo. Mi madre nunca supo el porqué. Creo que fue desde ese día que empecé a bucear en el mundo real, con maquillajes descoloridos, y sin las máscaras de la infancia. El mundo del circo estaba podrido, la vida estaba podrida. Era como pasar a otra dimensión, en una edad en que querías aferrarte a los sueños, en que confiabas en un mundo fantástico, aunque supieses que no existía.
Aquella tarde se me cayó la carpa encima, todavía no me la he quitado. Hoy voy con mis hijos al circo y rezo para que no les entren ganas de mear.


Córvido. Eva Gallud

anudas
las patas de mis pájaros
los cebas
con tinta de plomo enrojecida
les coses
pequeños huesos de ciervo a las alas
                              y aun así
esperas que vuelen

si por una vez observaras
a la muñeca de plumas
sabrías que tiene el cráneo roto
         se le escapó la jaula
                     por los ojos

en el hueco de la espalda
guarda el esqueleto de un búho
           no es por descuido
solo una tendencia —adquirida—
a guardar
cosas muertas



Algunas amigas, que quizá nunca lo fueron. José Manuel Vara



 


 

La cocaína entra por la nariz

a una velocidad directamente proporcional

a la que experimentan algunas personas al morirse

sin enterarse apenas

de que han existido...



o lo que viene a ser lo mismo:

un libro inacabado,

una mierda de perro sin recoger,

una carta sin sello ni remite,

una llamada telefónica sin respuesta,

un beso desesperado

en las mejillas de un cadáver,

un disparo de una pistola de fogueo,

un abrazo de una persona que te odia,

una mirada perdida de un ciego,

un aborto de una mujer de más de 40,

un feto gritando a su madre:



"¿por qué me dejaste morir?"

"madre, madre, madreeeeeeeeeeeeeee,

yo confiaba en ti...

no existía nada más para mí,

¿por qué me dejaste morir?"



Sí,

una pausa para pensar,

éste es el puto poema dedicado a algunas amigas

que quizá nunca lo fueron,

pero para las que siempre estuviste ahí,

escuchando,

consolando,

queriendo;

es increíble pararse a pensar por un minuto

lo sola que debe sentirse alguna gente...



...tal vez esas amigas,

que quizá nunca lo fueron.




 

martes, 18 de diciembre de 2012

VIEJAS GLORIAS: CARNAZA PARA BUITRES (O POR QUÉ COÑO TODAVÍA NO HEMOS DENUNCIADO A DISNEY POR HABER ENGAÑADO A TODA UNA GENERACIÓN DE MUJERES). Ana Patricia Moya Rodríguez





Ojos brillantes y sonrisa de satisfacción en Alicia
cuando, eufórica, escapa al bosque:
corretea por los senderos, acogida por la sombra de los árboles,
saluda, coqueta, a las ardillas y a los pájaros de sus ramas,
explora las madrigueras, anhelando un encuentro
con el simpático conejo blanco y su reloj dorado de bolsillo,
se tumba al sol, cerca del riachuelo

pero pronto aparecen los guardianes,
y Alicia se ve acorralada por dos enfermeros y un frívolo doctor
que someten su alma risueña a una camisa de fuerza…

Pobre Alicia.

El diagnóstico: alucinaciones paranoides, desequilibrio mental.
Porque los enormes conejos que tocan la trompeta
y los gatos traviesos e invisibles no existen.
Porque ella no fue testigo de la muerte del último dodó.
Porque su imaginación concibe gusanos fumadores de opio.
Porque el ritual del té y las pastas comienza a las cinco de la
/ tarde.
Porque una monarquía desalmada de aficionados a rebanar
/ pescuezos
es una visión surrealista.

Pobre loca.

Y Alicia se rinde, sumisa: se deja arrastrar por sus captores,
asume la medicación psiquiátrica recomendada,

¿pero quién podría asegurar que Alicia estaba tan mal de la
/ cabeza?

Simplemente le afligía habitar
entre la contaminación atmosférica,
comida basura, primas de riesgo,
príncipes y princesas desleales,
hipotecas, miserias,
y poetas nihilistas.

Y por eso, el corazón se refugió en su realidad.

Dios te bendiga, Alicia.

Dios bendiga a los locos.

Me voy de este cuento. Begoña Leonardo

http://greenweddingshoes.com/the-story-of-cinderella/




Cántame la canción que nos libere
y cuéntame un  cuento.
Uno donde nadie se acomode, 
donde el amor venga lento
detrás del respeto.
Pasos que acaricien 
la alegría de  alcanzarte
que suave se apoderen de la risa
de la melodía de ser libres 
y completos.
Tú me contaste uno antiguo,
rancio y verde.
La condena, 
que enloquece a cenicienta
¿dónde están las perdices, que no quiere la princesa?
Yo no quiero un príncipe encantado 
quiero encantarme con el príncipe… 
Me voy de este cuento,
hay un tren a las diez.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Pasa la vida, pasa el amor. Cecilio Olivero Muñoz


PASA LA VIDA
PASA EL AMOR

Pasa la vida, pasa el amor
como un autobús incierto,
me pesan los días,
me pesa la tarea austera,
me pesa el lastre de ser estorbo,
me pesa el pasado.
Quisiera revolcarme
en la cima de la fiesta,
quisiera tener aventuras
aunque sean desde el ascensor.
Me divorcié siendo un tardío
treintañero con deudas,
cuando las pague todas
seré un cuarentón cansado,
cansado del austero vivir
para pagar,
cansado del encierro solitario
por orgullo,
deudas que no disfruté yo
y con el sudor de mis padres pago,
no dispongo de gallera,
ni de espolón de gallo de pelea,
dispongo de mí mismo,
más no se puede pedir.
No creo en la violencia,
aunque muchos
me la hayan despertado.
Creo que el hombre es bueno
pero tres cosas le envilecen,
la opresión, la vulgar economía
y de la otra prefiero no hablar.



Conversación en el Nenúfar. Yudit Vidal Faife


jueves, 13 de diciembre de 2012

Mariposas en el estómago. b0rg1r


Charlotte. Rafael Indi




"Algún día las hormigas cobrarán su venganza"
, decías,
mientras contaba las vueltas de aquel tiovivo.
Así pasábamos las noches,
peceras de marionetas hundidas
en mitad del Raval,
el único lugar donde los escotes
creen en Dios a su manera.

Después de tantos años
sigo aprendiendo de memoria el papel impuesto:
jugar a ser la muerte roja
en fiestas de guardar y quemar.
Tantos años intruso de la gran mascarada,
secreta bajo altos techos
y escaleras de nácar.

Tantos años sin saber
que eras la mujer de ojos verdes
en aquella canción de Nacho Vegas,
esa que ofrece agua de mar
como remedio a la sed.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Cabalgas Tormentas. Orlando Santana García


Cabalgas tormentas
en cielos de incienso
respiras ozono
pisando cometas
desmontas el puzzle
los dados del tiempo
reclaman los cielos.

Recitas poemas
quemando odiseas

alimentas quimeras
de ayeres en quiebra
zozobras al blues
destilas tinieblas
de jazz y cenizas.



 Más del autor en: Orlando Santa García

martes, 11 de diciembre de 2012

Espejo de decepciones. Aleqs Garrigóz


El espejo es un cinescopio que proyecta
diarias fotografías de mutilaciones,
angustias y ansiedades rutinarias,
sueños impedidos, máscaras de horror,
ternuras y felicidades frustradas,
gestos crispados y duros,
gélidos ademanes de estatua,
ojos abiertos como insomnes,
labios de piedra que no dicen nada,
manos grises que se alargan…
para apresar el aire que falta.

Nicola Ranaldi
ALEQS GARRIGÓZ (Puerto Vallarta, México 1986). Autor a la fecha de una decena de títulos de poesía.  Premio de Literatura Adalberto Navarro Sánchez 2005, otorgado por la Secretaria de Cultura de Jalisco. Premio de Literatura 2008 de la municipalidad de Guanajuato. Periodista cultural. Ha publicado poemas en diversos medios impresos y electrónicos de México e Hispanoamérica.

Oficio. Vicente Muñoz Álvarez


piénsatelo bien
antes de elegir
este oficio

llegado a cierto punto
no habrá ya
marcha atrás

pasarás todas
las fases
de una cruda adicción

embriaguez
resaca
mono
penuria

y pagarás
a cambio de la escritura
un alto precio

doy fe

ahora

sigue
el camino


lunes, 10 de diciembre de 2012

Poesía en el Ático + Carne de Roble. Sergio Rioja





Me dijiste que no tenía coraje
para ser una persona
que se oponga a la luna.

Me dijiste que era demasiado tarde
para volverte loca
para descifrar runas.

Me dijiste que aquel bosque que apagué
floreció hasta las copas.
Tu acción no quedó nula.

Me dijiste que usase mi propio arte
para ser supernova,
orientarme a la cuna.

Yo te dije que no era el amo de mi carne.
Que ella se dirigía sola
camino de la tumba.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Presa en Libertad. Julen Mateo




Lucía, inmersa en la oscuridad que le proporcionaba el diminuto cuarto de apenas cuatro metros cuadrados exento de ventana, lejos de venirse abajo por lo incómoda de la situación, sonreía en silencio. Ahora, por fin, pese a encontrarse presa, se sabía en libertad. Había puesto fin al doloroso yugo que durante años había venido atormentándole.

Todo había ocurrido demasiado rápido. Apenas cinco horas antes, se encontraba aterrada, en el mismo rincón de costumbre, esperando la brutal paliza que su marido tenía a bien propiciarle tras uno de sus numerosos escarceos nocturnos, donde, por efectos secundarios del alcohol ingerido, transformaba la superficial amabilidad en un ogro de difícil contención. Pero esta vez, postrada en su lugar habitual de tortura, había llevado consigo el cuchillo más grande que tenía en la cocina. Cuando Ernesto, que así se llamaba su marido, se dirigió a ella para regalarle su dosis etílica de trato especial, fue recibido con el filo helado y cortante que, con aire decidido, atravesó su corazón, llevando con ello a una muerte rápida a su agresor.

Con el cuerpo cubierto en sangre situado a sus pies, Lucía llamó a la policía para transmitir su buena noticia. Ella solita había acabado con sus pesadillas de una puñalada mortal. Apenas quince minutos después, esposada, emprendió el camino a los calabozos. Lejos de acompañarse de una angustia por la recientemente adquirida viudedad, una amplia sonrisa se intuía en su cara. Sonrisa que reflejaba la alegría por la libertad adquirida.

viernes, 7 de diciembre de 2012

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