sábado, 31 de marzo de 2018

La mujer que parió un tanque (saloon secuencia). Ana Cuaresma

Para Roberto 


Gambling saloon with a girl standing on top of a gambling table.
Scene from The Honor System with Miriam Cooper, 1918. Movie still.


Esconderse en el cuello de la chaqueta, de algodón el rostro,
Anido en pasamontañas con un agujero en cada ojo, y una comisura para la boca
Ladrona de libros y cadáveres, empuja las puertas del saloon disfrazada de can-can
con un par de armas en las enaguas
Bella, como la partida de póker o la corrosión de las monedas,
Clavan las miradas en el estupor de la arena en viento,
Uno la recoge del vientre en su regazo  ,la sube a sus piernas, ,le levanta el vestido hasta las rodillas,
Con el derecho de quien pierde y quiere volarle la mirada al contrario
en el momento de silencio y puntillas en el filo ,el plano cinemascope de los ojos,  a balazos,
Se entretiene con la muchacha  ,muestra sus cartas, les enseña su rostro de lana apretando barbilla,
Hervidero de saloon y tapete  ,miradas batientes de hueco y terrario,
Muchacha camaleónica en la rama  ,abrevadero de whisky,
El otro en escena se administra  ,espera que el goteo carmesí caiga desde sus dientes,
toca la empuñadura de su rifle ,percibe el arma cómplice de la muchacha, de latido en yugular vigila la puerta  ,atardece y pasa la arena, fuera nada hierve y está esperándoles
El resto se levanta de la mesa, la apuesta es de dos, sigue reteniendo a la chica que ha parado de sonreír y sostiene el color camuflaje de su baile en la rama
La levanta, le saca las armas de los muslos , la retiene del cuello,  van a salir los tres a encontrar el tanque que gira frente al porche ,entre la arena,
Levitarán las miradas mientras el reloj atascado sostiene secuencia
Vendrá la pólvora a mover muñecas , el tanque girando,  ,las bocas mastican antes de parir, vendrá el sonido y los agujeros
Se dará media vuelta, se ajustará el sombrero y las hebillas,
,la rosa hirviendo su bolsillo,
huele a sangre de tanque que avanza  ,pasado, el saloon

viernes, 30 de marzo de 2018

Varias obras de @veranofatal

Carmen Miranda

Divine

Dorothy (The Wizard of Oz, 1934)

Lucille Vinson (Crazy in Alabama, 1999)

Magenta (The Rocky Horror Picture Show, 1975)

jueves, 29 de marzo de 2018

De finales de película. Sara Montaño Escobar





Ya no más palabras de amor, dijiste
y de pronto, fuiste el protagonista
de una patética película
que juramos nunca ver los domingos.
Pero ahí estás:
Con tu bigote tragicómico
un fondo de Beethoven
y tus ojos huyendo como gatos negros
de esta costumbre adquirida.
El diario de Noah
irrumpe voraz entre nosotros
y sé que te dices en silencio
los hombres no lloran
y yo contengo el deseo de gritarte
que también, como Allie, quisiera perder la memoria
para no recordar más domingos
de dos tontos que no pueden decirse
el punto final de su historia cliché.
Ya no más palabras de amor
dijiste
y yo desaparezco de esta trama
para siempre.


miércoles, 28 de marzo de 2018

El topo. Ramiro Gairín


El topo; Tomas Alfredson, Reino Unido, 2011




Cuando se ponen ocres los cristales,
el humo de la sala y los despachos,
la luz de celebrar, la sombra de los hielos
en las monturas, cuando
todo viste la misma gabardina

y crece la moqueta, de ese mismo color,
sepultando las mesas de trabajo,
acolchando pisadas, guantes, gestos,
alcanzando las fotos, los surcos en el rostro,
pudriendo las cenas de Navidad;

cuando llueve y se mojan
los cigarros detrás de los visillos
y ninguna mujer de los demás
les llega ni a la suela del zapato,

la nostalgia va forzando los resquicios

y se añoran las guerras de verdad.

sábado, 24 de marzo de 2018

Kinêsis. Guillermo Héctor





Te dices que esta vez llegarás hasta el final. Que sólo necesitas respirar. Una pausa.

Bajando entre el hombre que no ha dejado de hablar durante la espera en la calle y la chica que le ha respondido cuando empezabas a temblar te dices, Esta vez pase lo que pase llegaré hasta el final. Piensas por qué escaleras tan estrechas. Mientras bajas piensas, Si intentara salir ahora no podría ya. Así que no te das la vuelta. Así que no piensas. Cada vez más oscuridad hasta que el espacio se abre. Asientos. Antes se decía butacas. Iluminado por una pantalla en blanco a la derecha el espacio se abre. Sólo necesitas una pero los que vienen detrás impiden cualquier pausa.

Lo imaginabas más grande. Te dices, Tanta espera para esto. Sin poder detenerte pues los que vienen detrás impiden cualquier pausa compruebas la sala. El último asiento en la última fila está vacío. Bien bien. Mirar sin ser visto. Te instalas deprisa para observar el sitio. Diez filas de asientos en terciopelo azul oscuro. Antes se decía butacas.  Por qué nadie se sienta. Cierras los ojos pensando, Pase lo que pase que pase rápido. Pero los abres sin dar tiempo. Pero una silueta contra el fondo blanco rectangular. Esperas. Tanta espera para esto y ahora. Cerrar los ojos. Kalos thanatos. Cerrar los ojos esperando que la luz desaparezca antes de abrirlos.

Empieza.

viernes, 23 de marzo de 2018

La hora, locas. Nathalia Sesma

Vintage Black & White 35mm Photo Negative ~
1990's pinup Woman watching T.V. B25
Vía SteamTulip



Las Calaveras vemos porno, las tres, en silencio, en el cine fórum «La hora, locas».

Negro pollón, rubia gorda y enana. Negro pollón calienta una pizza en el microondas, enana pone dos vasos, ron y coca cola, rubia gorda mira divertida cómo enana casi no llega a la mesa, clinnnnnnnck, la pizza está caliente, la polla del negro pollón aún no y ya promete en grosor y largura; conexión badajo. Las tres posaderas desnudas asientan en las tres sillas de mimbre.

Nos entra hambre, pillamos palomitas y agua mineral.

Negro pollón acaba la pizza primero y después de un buen trago de cola, dice: «Siempre que nado hacia la costa / pienso en los muertos // intento nadar recio / pregunto el nombre de los muertos // de pronto mis manos baten contra ellos / me hundo en el agua morena de un vientre inmenso sin piel / sin secreciones.»
—No está mal —dice rubia gorda colocando sus pechos encima de la mesa y acercándose más a negro pollón—. No está mal, pero a mí Le Sidaner no me acaba de llenar, escuchad: «conóceme, guardián, / Acógeme, pastor./ Fuente de todo bien, / Es mucho tu favor. / Tu boca me ha mamado / Leche y dulce de comer; / Tu espíritu me ha dado / Un celeste placer.»
—Lo tuyo con las corales de Bach… ya te vale, gordi.
Negro pollón empieza a dormirse, el badajo no cambia.
—Escuchadme a mí —dice enana—: «Un hombre que imagina la fortuna como una posibilidad definitiva de ocultarse, de esconderse. El horror como un paseo entre gente conocida. Ser reconocido como el desastre.»
—Bonita fábula de Salvador González —dice negro pollón, que ha despertado del todo—, la quinta o la sexta, creo.
—La quinta —responde rubia gorda.

Las manos de las tres Calaveras nos arden húmedas de un sexo a otro como vulgares cinéfilas cachondas.



jueves, 22 de marzo de 2018

La gran belleza. Ana Castro

La grande bellezza. Paolo Sorrentino, 2013











Muestra un blu-ray
y pronuncia su nombre delicadamente:
Jep Gambardella.
Habla de planos, música, Roma,
varios años más atrás…
Yo pienso en Roma y en otras ciudades europeas
—Budapest, Praga—
y no, no es eso.
Las fiestas, la comida, el desenfreno,
la cultura. No,
no es eso, algo más pequeño.
Una hormiga, una casa, un trozo
de tarta y no, no, más,
mucho más insignificante:
Llegar a casa en viernes al fin,
que entre el sol por la ventana e inunde el salón,
dejarse caer en el sofá,
desparramar el abrigo, el bolso, las bufandas, que caiga
un libro al suelo, que venga
la gata y se recueste y llegues tú
y te sientes aquí y sea viernes y haya luz.
Ya está. Eso.
Nacimos para la sensibilidad:
este pequeñísimo momento.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Balada triste de trompeta. Ramiro Gairín


Balada triste de trompeta; Álex de la Iglesia, España, 2010



Un niño y un león
miran cómo se llevan los soldados
a todos los artistas,


y después al país
lo llenaron de paz.


Y a todos les dio miedo
esta vida desatinada.


Los payasos que nunca fueron niños
crecieron asesinos,
las trapecistas sádicas.


Y llevaban un loco todos dentro,
una nación deforme, recosida,
sepultada en pintura
de disecar sonrisas.









martes, 20 de marzo de 2018

Together by the pool. Marta Soul



En Together by the pool he querido retratar juntos a Sabrina (Audrey Hepburn), El Nadador (Burt Lancaster), Irma La dulce (Shirley Maclaine), Bonnie and Clyde (Faye Dunaway) y 8 1/2 (Marcello Mastroianni).


Más información del proyecto en http://martasoul.com/art-works/artworks/together/ 

domingo, 18 de marzo de 2018

Besos de película… Bulgarcita Pingos



A veces eres feliz y no te das ni cuenta. 
Te parece que lo que ocurre es normal. 

Algunos besos se quedan grabados en la mente por siempre jamás, embelleciéndose en el recuerdo y, fíjate tú, en el momento, a lo mejor, no se les dio tanta importancia…

como si fueran a darte besos de película toda la vida.



viernes, 16 de marzo de 2018

El galardón. Alba Belba Rivera Flechoso

Bus Stop (1956), by Joshua Logan

—¿Cómo fue el inicio de su carrera? 

La aún joven actriz se ruborizó. Se sentía azorada ante tanta entrevista. Nunca había pensado en ganar ese galardón y ahora lo tenía en sus manos. 

—Por casualidad. Decidí preguntarle qué tal a una desconocida en el autobús. Ella me dijo que si quería ser figurante en una película independiente. Eso me dio contactos. Ya sabe, nunca sabes dónde están las oportunidades. 

El periodista se quedó atónito.

miércoles, 14 de marzo de 2018

I love Lucy. BGervilla



Lucille Ball fue una pionera de la televisión. Actriz, cómica, productora y la primera mujer directora de un gran estudio de televisión norteamericano.

martes, 13 de marzo de 2018

Repensando el abanico. Elisabet Torrubia Pérez

Notorius (1946), by Alfred Hitchcock



El cine, entre otras cosas, actúa como agente educativo. Niños y niñas, adultos y personas mayores llenan sus salas con la ilusión de vivir una historia propia llena de aventuras o empaparse de las emociones que el largometraje pueda brindarles.

Pero qué pocas veces tenemos en cuenta lo peligroso que puede llegar a ser, ¿qué estamos aprendiendo de estas películas? Cuidado con la violencia, la xenofobia, el abuso. Cuidado con esa facilidad de nuestros personajes de acabar con la vida del «malvado», cuidado con los macro, micromachismos y la desigualdad de género que se repite una y otra vez en las pantallas.

Porque ahora debemos dar gracias de que la mujer forme parte del elenco de amigos del prota para salvar al mundo, pero ¿qué tiene de especial? Tenemos la figura del guapo y atlético (que suele coincidir con el protagonista), por otro lado, el experto en informática, también se puede ver al típico grande y fuerte sin dos dedos de frente, por supuesto, al graciosillo… y también, a la mujer. ¿Qué define a la mujer? Nada. El hecho de serlo. El hecho de crear la ilusión de un grupo mixto y, si entra con calzador, acabar entre los brazos del protagonista. ¿Cuándo se nos definirá por nuestras habilidades y capacidades y no por nuestro sexo?


El cine continuará siendo el agente educativo que es, por ello es tan necesaria su remodelación. Se hace completamente necesaria la visibilización de los vestidos negros y los abanicos rojos para que la gente deje de preguntar con hastío «¿Otra vez feminismo?».

lunes, 12 de marzo de 2018

Va de cine. María Luisa Merino

Fotografía de María Luisa Merino


Va de cine. Mi deuda con él es infinita. Seré siempre el personaje de La rosa púrpura del Cairo, capaz de superar cualquier drama de la vida en cuanto atravieso la cortina de un cine. Me dejo prender por las buenas historias –no digo bonitas. El útero de la sala me hace renacer y me cura de morriñas. El cine marcó mi infancia. Jugábamos a “pelis” y Julia Criado, que era la Natalie Wood del grupo hacía de prota con Norberto; yo por ser la pequeña y la que menos pesaba tenía adjudicada la hermana de Ben-Hur. Ese reparto ha pesado en mi vida. El chico y Charlot fueron mi primera familia espiritual y Matar un ruiseñor marcó mi futuro. Ando siempre en busca de Atticus Finch. Otros amores precoces se sucedieron y tuvieron que ver con los Juegos prohibidos de René Clément. Todavía sobrevive por encima del horror de la guerra la tierna amistad de los niños.  


En los setenta fui una chica Annie Hall. Chaqueta americana y falda larga, sombrerito clochard  y corbata. Estudiaba periodismo y en la asignatura de cine me tocó Roman Gubern. ¡El dios de la teoría cinematográfica! Me compré a plazos su obra en dos volúmenes publicada por Danae. Todavía la ojeo y revivo, como la Milla Jovovich de El quinto elemento, las emociones que me producen las imágenes. En el 75 empecé la colección de entradas. Guardo de ese verano en París las de El último Tango, las de la filmoteca du quartier latin: Jules et Jim, China de Antonioni, y un montón de la nouvelle vague. Al volver, Franco se moría y yo me corté el pelo a lo Jean Seberg.


A finales de los ochenta me atacó la decepción democrática. Acabé, como buena parte de mi generación, decepcionada por las expectativas políticas. El derrumbe social coincidió con el mío propio. El mismo año Almodóvar me regaló una película y salí de los Renoir como la  Amanda Lys de La Flor de mi secreto, bañada en lágrimas bajo el sombrerito magenta, con la música desgarradora de Chavela Vargas en las entrañas y un abrigo de Roberto Verino que me había comprado en las rebajas.


Los noventa extendieron su Matrix global y su guerra de las galaxias. La realidad se fragmentaba por instantes, se licuaban las vidas sociales y personales a lo Zygmunt Bauman. Empezó la escalada de violencia: Pulp Fiction, Trainspotting, Reservoir dogs. El futuro no parecía mejor: Blade Runner, Mad Max, Me sentí envejecer prematuramente. Expulsada del único territorio que me había protegido siempre. Temí enfermar de amargura e impotencia. Pero en el 2001, en un cine de Uzés, en la Provenza, volví a reencontrar una parte de mí misma en Amélie Poulain. Fue entonces cuando decidí recuperar mi segunda inocencia.



La crisis provocó la primera escritura. La escritura terapéutica. El diario. Ya sé que eso no es literatura —salvo que se trate de Virginia Woolf o los Diarios de Kafka—, pero forjó una disciplina y un amor por la página en blanco que ha permanecido. Ahora, la labor será quizá atar esa escritura desatada que es más fértil para otros campos y que nada tiene que ver con la literatura.


Todo eso sucedió en  el siglo pasado. Ahora tenéis ante vosotros una escritora incipiente, adolescente(!), interesada ya no por el tiempo perdido, monologando en el Circular y en la Línea 1 como Molly-Joyce.  



¡Ah!, me llamo Marisa.

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