Llego a casa sobre las dos y media y me quedo dormido en el sofá de mis padres, viendo las mismas series de siempre. Cuando despierto me arrastro hasta mi cama, esa donde duermo desde los cuatro años. Suelo quedarme en posición fetal hasta que la resaca me despierta a las doce o la una. A veces creo que llevo despierto horas, agarrando el sueño por la cola. Tardo quince minutos en afeitarme y en volver hasta el ordenador para seguir tocando fotos, buscando concursos, cumpliendo promesas, manteniendo todos y cada uno de mis avatares con granjas, ciudades, y reinos que gobernar. Les mando trenes a mis amigos y a gente que no conozco. Ellos me envían cabras y cachorros perdidos.
En hacer la comida se me va media hora más, y después de comer me entra la modorra y caigo inconsciente en el sofá. Me despierto al atardecer y con suerte dibujo algo o escribo un poco. Un poco más tarde vuelvo a salir para hablar de las mismas cosas, en los mismos bares, o para hablar de los bares que ya no están, de las cosas que hacíamos antes, de cuánto hemos cambiado, de que ya tenemos una edad. Y no puedo dejar de mirar el espejo que hay tras las botellas. Sólo me dejan mirarme a los ojos, y me reconozco cansado, sin chispa, sin nada de qué hablar hasta que llegue el momento en el que me haga mayor, cuando nos cierren el bar.
Young man feeding two pigeons at his win. Nina Leen. |
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1 comentario:
Pues sí. Me ha gustado!
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