sobre un grueso poste de cemento
frente al templo musical que los aturde
y embelesa
con sus gritos de guerra marginal.
Ave y Pez salieron abrazados
las lenguas azules
los corazones manchados
de desidia y soledad.
Juntaron sus manos al son
de ritmos africanos
de tambores tropicales y lenguaje de señas.
Ave tiene el vientre hinchado
de sexo adolescente
de hambruna y peste
de cartón y chapas.
Pez no mide consecuencias
a la hora del afano
el gladiador químico hace de las suyas
el cuchillo siempre en sus manos.
Adentro todo es jolgorio
se disfrutan las tragedias
cotidianas que los unen
los presos, los drogones y cornudos
abundan en las letras.
Ave y Pez no ven la noche
solo entrecruzan sus lenguas
sueñan que ya no son
que los lleva la corriente de ese río
que los observa.
Itou Kouichi |
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