El paisaje que me cobija es movedizo.
Cambia de forma, fecha y talla,
como Alicia en su cuento.
Afloran accidentes geográficos centenarios
en un segundo de reloj de arena.
Las horas ruedan unas más anchas que otras.
Yo misma no soy siempre la misma.
Mi mundo se dilata en un plano inabarcable y árido
o cimbrea sinuoso, verde y hechicero.
Cuando esto ocurre me enrosco,
sugiero, busco tu fuente.
Si el desierto quema, mi guarida es tu sombra,
me escondo entre tus pliegues,
reorganizo mis células,
hiberno, me descamo y afilo
como hoja de parra sobre tu centro.
Después crezco, muto, me quedo suspendida
de la cornisa de tu cuerpo.
Tus columnas me rodean,
incienso son tus dedos.
Bucear el aire, estrellarte en un beso,
embadurnarte de barro,
velar hormigas que perforan el cemento.
Dormir del tirón un año
hasta que muerda la avispa del hambre.
El verano es piel en el calendario.
Metamorfosis permanente,
pura adaptación al medio.
Presente y futuro, desmembrados.
Vida en átomos de tiempo venidero
y pretérito casi perfecto.
http://hambreletras.blogspot.com.es/
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