En el zoo ilógico donde me pongo en pie todas las mañanas, cada visitante entra con sus propias rejas bajo el brazo. Nos afanamos con esmero en atraer espectadores, que con la misma intención construyen sus jaulas. Todos hemos pagado la entrada, pero ninguno mira el zoo.
Cuando las rejas son las fronteras de mi piel. El hambre, lo único que me mantiene con vida.
Cuando las rejas son las fronteras de mi piel. El hambre, lo único que me mantiene con vida.
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