lunes, 25 de febrero de 2013

El pórtico iluminado. Ericka Volkova


A Sonia Guerrero

maternal instincts. 



Conduje buena parte de la noche llegando a casa de madrugada. Andrea había insistido en acompañarme pero preferí que no lo hiciera. Deseaba realizar solo el viaje y cerrar lo que había dejado inconcluso antes de marchar, mucho de lo cual ya no podría hacerlo; culpas ajenas y propias que debía subsanar, distancias que entre ambos se habían acrecentado día a día, diferencias por posturas radicales en ambas partes que no supimos conciliar, ¿y cómo hacerlo, si en esos días no podía si quiera conciliarme conmigo misma? En cierta medida, comprendía la postura que mi padre había adquirido, pero no por ello le llegué a entender y mucho menos aceptar. Si tan sólo hubiera escuchado mis motivos, comprendiéndome sin pedirle su aceptación absoluta, bastando solamente con uno de ellos para acercarnos. Pero esos "tan sólo" en ello quedaron, en solos tan sólo que había expresado tantas veces en mi adolescencia.

Apagué las luces del auto, estacionándolo fuera del garaje para bajar la maleta de la parte trasera y dirigirme a la puerta de entrada. El pórtico se encontraba aún iluminado, mi madre siempre lo dejaba encendido cuando esperaba el arribo de alguno de los dos. Al ingresar a casa debería apagarlo, la otra lucecilla estaría encendida y ella seguramente la dejaría así. En cierta manera, yo mismo la hubiera dejado encendida, apagando el interruptor para que la bombilla dejara de iluminar.

Dejé la maleta a un lado de la puerta de entrada y, depositando las llaves del auto y de la casa sobre la mesilla del vestíbulo, me miré al espejo; nada en particular llamó mi atención, observándome más como instinto reflejo de un recuerdo adolescente que para mirarme con el anhelo paternal de un cambio evolutivo que no hubo de aparecer.

- ¿Has cenado algo? –comentó mi madre a mi espalda, volteando mi cuerpo para mirarla sentada a un extremo del vestíbulo. Ella me observó con detenimiento y, con su gesto afable de antaño, me invitó a acercarme-
- No, he venido conduciendo sin parar, en realidad no pensé en ello –contesté entre susurros al acercarme. Mientras lo hacía, me despojé de la chaqueta que traía puesta para dejarla sobre el respaldo de uno de los sofás y sentarme a su lado.
- ¿Cuándo lo has decidido completamente? –preguntó
- Sabes que no es cuestión de decidirlo o no. Lo hemos platicado muchas veces –respondí ya un tanto cansado.
- Te quiero a vos mañana en el funeral, no a ella.
- No te preocupes, al hacer la maleta puse un traje oscuro, uno de chico si es lo que deseabas saber.
- ¿Y el pelo, que harás con el pelo?
- Utilizaré gel, y sí, ya sé lo que estás observando. No te preocupes tampoco por ellas: las vendaré. Con la camisa y el saco del traje nadie las notará. Mañana seré el "perfecto chico de papá"
- No hables de esa forma. ¿Ni siquiera ahora puedes mostrar un poco de respeto? –preguntó molesta.
- Sabes que no es por faltarle al respeto. Me gustaría que al menos una vez te refirieras a ella por mi nombre.
- Ya te lo he dicho. No la quiero mañana en el funeral, te quiero a vos.
- Ericka, madre, llámala por mi nombre: soy Ericka.

Esa noche de duelo la permanecimos sentadas en espera del amanecer. Poco más fue lo que conversamos, dejando languidecer el tiempo al igual que los reclamos y ansiedades que ambas reprimimos. No comprendo por qué lo hicimos de esa forma. Pudimos haber optado, ahora que finalmente nos conocíamos, por volcar nuestras emociones la una contra la otra, y, en lugar de ello, optamos por callar y esperar a que el nuevo día se presentara para sepultar algo más que el cuerpo de mi padre.










Ericka Volkova nació en México D.F. en 1982. En ese mismo año, se traslada junto con sus padres a Europa del este en donde trascurre la mayor parte de su vida, descubriendo que la sexualidad no es quien la define, pero sí quien la etiqueta. De profesión ingeniera, ha combinado su labor literaria en algunas compilaciones impresas y varias publicaciones electrónicas haciéndolo bajo distintos seudónimos. En la actualidad se encuentra desarrollando la novela autobiográfica Corvus: del azul al rosa y mantiene activo un blog sobre prosa poética con temática principalmente lésbica y transexual.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Erika, suave musa te sigo buscando.

Anónimo dijo...

Erika, mi musa donde estas... Marlene

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