Breakfast at Tiffany's. Blake Edwards, 1961 |
Seré tu desastre
y tú mi Manhattan.
A ella le gusta montarse películas,
se acomoda en su solitaria retina la niña que lleva dentro
y ve la proyección del residuo del movimiento,
fijándose minuciosamente en el cambio para comprender
sus consecuencias.
Su pupila eclipsa el iris hasta lograr
esa mirada tan peligrosamente analítica,
una búsqueda constante de lo honesto y tierno,
y ver en ti la fragilidad del hombre de cristal,
la delicadeza encarnada en tu forma de hundir la mano,
hacer crema catalana de tu piel nívea
hasta que cierres los ojos
y despiertes de repente en los créditos de la película.
Y de mí no puedo decir más
que sospecho ser demasiado peliculero
en el amor.
Equis.
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