Carlos Menguiano |
Cientos de trozos me precipitan hacia delante escapándose
por detrás a través de cientos de salidas. Me arrastran llevados por el mismo
impulso que inmediatamente después me vaciará hasta dejarme inerte. Una
conciencia que llamara mía pesa en mi cabeza y su peso se extiende al resto de
mi cuerpo llegando a su límite inferior. Las cosas me miran. Intento
ignorarlas, pero se dan la vuelta a mi paso. A veces parecen esperar un débil
susurro de aprobación, aunque se apocan y huyen en el momento menos indicado. Este
lugar está encantado. Nadie me pone en la tesitura de validar nada. Mi juicio
es indiferente, una pura ilusión. Y, sin embargo, hasta la más anodina de mis
miradas al mundo desearía capturarlo todo. No negaré que una sed vaporosa,
insensata, me alimenta. Sin embargo, la solemnidad que pongo en esta empresa se
me antoja tan falsa como cualquier otra actitud. Semejante bloqueo hace que me
pregunte por la función del extraño artefacto alojado en mi cara. No tengo
ojos. En su lugar han insertado un aparato que registra y al parecer juzga, una
especie de máquina. Me pretendo un ser dotado de una grabadora, pero es
imposible que el mundo esté de un lado y yo del otro. ¿Qué hace ese ojo
mecánico? Me mira inmóvil desde el espejo. ¿Qué alcanza a ver?
¿Unos cuantos milímetros inflamables? ¿Un paquete visual
con interpretación incluida? ¿Una expresión de horror?
¿Historias diferentes de las diferentes desviaciones? ¿Algunos miedos
diseccionados? ¿Decir lo mismo de otro modo? ¿Un acto de camuflaje? ¿La
restitución del movimiento? ¿La reversibilidad del tiempo? ¿Un hecho aislado en
un borrador? ¿Una captura total acongojada? ¿Un colapso? ¿Una visión interior?
¿Nadie en particular? ¿Un conglomerado de materiales plásticos? ¿Un intento de
resolución? ¿Pretensión de alguna cosa? ¿Palabras vacías? ¿Denuncia de lo
inestable? ¿Un retrato? ¿Una vivisección? ¿Un modo de salvar lo real? ¿Un
antídoto contra la angustia? ¿Una captura sensible de un contenido invisible?
¿Espectáculo primitivo? ¿El fin del lenguaje? ¿Única vía, única salida viable?
¿Salida de ratas, salida de bestias? ¿Terror sin salida? ¿Persecución de
señales sin dueño? ¿Del silencio alojado entre ellas? ¿Cuerpos sin historia,
llenos de agujeros?
Yo también estoy lleno de agujeros. El más grande es el
que obstruye mi cara. Pretende ver, pero es él quien es visto por las cosas. Mi
ojo no podrá aislarse de las mil cámaras que lo escrutan y lo interrogan cada
día. Tal vez esas preguntas no sean mías, sino de ellas. Este ojo que jamás
elegí me provoca sin embargo un placer intenso queriendo verlo todo. Su
insistencia es atroz. Cientos de obturadores martillean mis hombros. Cierro el
objetivo.
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