A CHARLES CHAPLIN Y PAULETTE GODDARD
Tenemos en las manos un palacio en ruinas.
Somos vagabundos
en los márgenes de la ciudad
donde también acontecen milagros cada día.
Sentados en la hierba
imaginamos el tiempo de los paseantes:
mientras la vida esté de nuestra parte
—me dices— jugaremos a enamorarnos.
Hago primeros planos de tu cara manchada.
A ambos lados del arcén
va creciendo una costumbre.
De este tiempo
tan sólo ha de quedar
la sensación
de días felices bajo la intemperie.
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