domingo, 16 de mayo de 2010

Dafne 2 - Apolo 0 by Guillermo Héctor

Abro los ojos desde la nada. La luz me molesta, todo lo que veo es fuego blanco, no sé dónde estoy. Los cierro, intento respirar más despacio, los abro de nuevo. Poco a poco creo recobrar el sentido, me oriento, reconozco el lugar. Con el dolor de una rama arrancada clavándose en mis costillas me incorporo, apoyo un codo en el suelo. Está caliente. Debe ser mediodía ya. Abro más la boca para coger aire, y noto la tirantez de los labios. Me toco y los noto hinchados. Hay sangre seca en la comisura derecha, y un hilo de negror amarga se dibuja barbilla abajo, hacia el cuello de mi camisa. Justo ahí, el negro se transforma en carmín. O marrón, no estoy seguro. La gravilla que se me clava en el antebrazo derecho me urge a cambiar de postura, aunque sé que va a doler. Con un pinchazo como una estampida de rinocerontes en mi estómago consigo sentarme, y me apoyo con las palmas de las manos para mantener el equilibrio. Permanezco en esa posición un rato, quizá sólo unos minutos, intento recuperar un ritmo de respiración más fluido y reunir fuerzas. Mi aliento huele a metal humedecido, el sabor me hace querer escapar de mí mismo, y echo la cabeza hacia atrás en un reflejo instintivo. Me cruje el cuello. Lentamente, mientras noto como mis cervicales vuelcan coches, queman árboles y lanzan piedras con pasamontañas rojos, bajo la cabeza hasta tocar el pecho con mi barbilla. Espero. Encojo la pierna derecha, decidido a ponerme en pie. Espero un poco más. Encojo la pierna izquierda. Respiro. Haciendo fuerza contra el suelo, me levanto d . e . s . p. a .c .. i ... o, apenas un palmo, y entonces pierdoelequilibrioycaigohaciadelantesobreelcostadoderecho. El dolor en mi hombro es inMENSAmente indescriptible. Mis ojos vuelven a estar a seis centímetros del suelo, veo una colilla pisada, hojas rotas de algún árbol, veo polvo acumulado contra el muro lateral de la rampa de algún aparcamiento. Estoy junto a una barandilla, la noto con la cabeza. Celebro mi suerte, pero tengo que quedarme quieto hasta que pasen los calambres que me recorren el brazo. Vuelvo a cerrar los ojos.

Aabbbffm.... . hczz


Creo que me he dormido, porque ahora hay menos luz y el suelo está frío. Al menos respiro mejor. Me pesa el aire, pero las inhalaciones largas son reconfortantes. Recuerdo que había caído junto a una barandilla y sonrío mentalmente. Intento ignorar el dolor, estiro los brazos hacia atrás como un elefante levanta su trompa cuando grita, y apoyo las manos en los barrotes. Estoy sudando y tengo que separar los dedos del hierro. Sólo un momento. El aire enfría mi piel mojada. Entonces lo hago. Me retuerzo, me doy la vuelta hacia la izquierda mientras mis manos se deslizan por los barrotes, apoyo la rodilla izquierda en el suelo y consigo incorporarme sin soltar la baranda. Parezco un caballero medieval ante la reina, pero no tengo tiempo para confesionarios. Más rápidamente de lo que pensaba consigo poner un pie plano sobre el suelo y, sin dejar de hacer fuerza con las manos me voy desdoblando. Me tambaleo apenas medio segundo, con la mano derecha aparto el pelo de mis ojos. Con el equilibrio de un bebé de 80 años me giro poco a poco, soltando la mano izquierda que aún me sostenía en la barandilla. Me inclino hacia adelante, apoyo las manos en los muslos respirando ansiedad y derrotando a la asfixia. He conseguido levantarme.
Cuando te encuentre volveré a intentar besarte.





Mi nombre es Guillermo Héctor, nací hace 31 años en un lugar odioso llamado Castellón del que llevo huyendo ya demasiado. Vivo en Barcelona temporalmente, y trabajo en una oficina de mierda intermediando entre un banco y un Ministerio. En serio. Cuando no estoy encerrado en el trabajo hago música y conciertos, con diferentes grupos o solo; a veces hasta grabamos un disco. Desde los 17 años escribo cosas que últimamente empecé a "publicar" en un blog (http://geacheele.blogspot.com/). Incluso recopilé algunos textos y los edité a través de lulu.com (con seudónimo, que queda más cool): http://stores.lulu.com/oliverado. He vendido ya 21 copias, lo cual me alegra porque no sabía que tuviera tantos amigos.

Fin de la biografía. Me voy a la cama.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, me ha conseguido angustiar. Es guaaaaaaaaaay

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