No me permito llorar por el mañana
que no es mío sino de la maña
el lento porvenir que se tranforma en rutina
un rápido devenir que se muere en la llovizna.
Puedo imaginar un atardecer, una sonrisa, e incluso
¡hasta un día completo!
Pero qué sería de nosotros si
¡no nos entregáramos de lleno!
Hasta dónde podré llegar
antes de desatarme los zapatos.
Mientras tanto, el espacio se expande
y ni cuenta nos damos.
El consuelo está en el sueño
la alegría en el medio.
La muerte, con desdeño.
Santiago Vidal. 18 años. Córdoba, Argentina.
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