Los amaneceres en vuestros labios escucho; mi ahora es vuestro presente que en el olvido fenece, que en vuestras manos de pasiones infestadas arañan el tiempo que en esquirlas a mi piel con vuestro tacto hieren, ¿y es acaso el futuro incierto quien a nosotras con su displicencia en el cuello besa?
El infierno por nosotros en el mañana aguarda; no apresuréis aquello que inevitable es, dejad que antes de que nuestros cuerpos avasallados por el fuego fenezcan, en nuestros labios el frío de este otoño compartan.
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