Decir
estoy
hecha
y
nada me ronda fuera del poema
más
que el silencio y su utillaje.
Esta
inercia de amor inasible
que
me arrulla
obligándome
definitivamente
a
tender a cero
y
fingir
que todo está bien.
Isabel
Tejada
Sólo
quiero entregar
estos
brazos huérfanos
a
un cuerpo templado y gentil
que
censure mi espíritu defraudado,
que
haga posesión de mis huesos
en
interminables horas de vigilia,
que
me aísle con una sonrisa,
y
que me murmure,
calmo,
al
oído,
que
todo volverá a ser como antes,
aunque todo sea una maldita
ficción.
Sólo
quiero olvidar
que
seguiré despertándome muy tarde
por
las mañanas,
que
me exaspera recorrer calles
con
una carpeta cargada de currículos,
que
frente al espejo soy un despojo humano
con
treinta y pocos años,
desprotegida,
sin garantías de felicidad alguna,
con
todos los sueños truncados
que
escribir ya no me basta
para
derruir toda esta maraña de pensamientos
oscuros
que se agolpan, contundentes, en mi cabeza,
y
que encharcan mi escasa lucidez
sólo
quiero,
sólo
quiero
alguien
alguien
que
me rescate
con
todas las mentiras
del
mundo
y
olvidar
que
no
hay
esperanza.
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