John Stezaker |
Como cualquier conductor prudente yo veo el futuro por el retrovisor.
¿Cómo quiere el café? Muy templado. MUY TEMPLADO. El café que te vas a beber depende de todos los cafés anteriores a ese: buscas un equilibrio entre el más caliente y el más frío que has probado. Futuro y pasado se solapan en un solo impulso —un futuro son dos espejos que se miran— el parpadeo que determina el próximo volantazo.
Desmemoriado, como tú, Garfunkel, quiero estar. Que todo sea un cómodo sueño entre colchones de hojaldre y chimeneas encendidas —escribo mientras te recuerdo dormida en esa parte de la cama que fue tu reino— y no volver jamás a ver canciones huérfanas en pisos compartidos pequeñísimos donde los sueños grandes nunca entran.
El espacio que dista entre los labios de los amantes es un futuro que se apaga en el beso —emperador del presente— y una bala que se pierde entre aquellos límites tristes de los recuerdos y los calendarios.
Todavía recuerdo tu número de teléfono.
Y
eso
no se olvida tan fácil.
1 comentario:
Áspero, bravo!
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