Ya
no más palabras de amor, dijiste
y
de pronto, fuiste el protagonista
de
una patética película
que
juramos nunca ver los domingos.
Pero
ahí estás:
Con
tu bigote tragicómico
un
fondo de Beethoven
y
tus ojos huyendo como gatos negros
de
esta costumbre adquirida.
El
diario de Noah
irrumpe
voraz entre nosotros
y
sé que te dices en silencio
los
hombres no lloran
y
yo contengo el deseo de gritarte
que
también, como Allie, quisiera perder la memoria
para
no recordar más domingos
de
dos tontos que no pueden decirse
el
punto final de su historia cliché.
Ya
no más palabras de amor
dijiste
y
yo desaparezco de esta trama
para
siempre.
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