lunes, 7 de diciembre de 2009

Bella. Marcos Antón


Cuando la vi por primera vez me pareció perfecta. Era alta y esbelta, y al verla de pie parecía delicada y paciente. Aparentaba estar allí parada, esperando a que yo pasara frente a ella, con sus curvas pronunciadas-aunque no en exceso-y su barriga delgada y ovalada. Su piel era la de la madera recién cortada, quizás algo bronceada, pero aún así brillante y lisa: perfecta. Estuve frente a ella unos pocos segundos pero enseguida noté la fuerte atracción que ejercía sobre mí. Cabellos lisos de plata y oro se tensaban rectos y rugosos. Algunos eran casi invisibles, otros me reflejaban su luz. Quería acercarme a ella, lo hacía cada vez más y a cada centímetro estaba más cerca y era más real. Quería tocarla, notar la suavidad de su piel y la rugosidad de sus coloreados cabellos.

La primera vez que nos tocamos fue mágica. Ella rozó mis piernas con la suavidad de su cuerpo y yo toqué sus cabellos con una de mis manos, bajando con la otra por todo su cuerpo y siguiendo la línea de plata y oro que continuaba más y más abajo siendo casi tan larga como su cuerpo curvado. El roce de mis yemas al contacto con sus cabellos emitía un sonido musical de notas broncíneas. Ella parecía tener la voz más dulce a juzgar por sus facciones, pero su tono era aún mejor a cualquiera que mi abotagada mente hubiera podido imaginar. Ésta despertó súbitamente al escuchar su potente voz y tuvo la necesidad de conocerla más a fondo, de explorar sus rincones, aquellos que puede que otros hubieran descubierto ya, y otros muchos que incluso ella misma desconociera.

El encuentro fue extremadamente rápido, y la despedida recelosa y ardiente por mi parte. Necesitaba volver a verla. Llegué a tener a otras sobre mis piernas, otras que intentaban imitar su color de bronce, incluso algunas que parecían incendiarse por el mismo fuego de la madera de un arce encendido; las había de tez oscura, y otras muchas como el negro carbón, pero ninguna me hizo sentir como ella lo hizo con su mera presencia, con su contacto y su voz.

En nuestro segundo encuentro ella volvió conmigo a pesar del esfuerzo que me costó conseguirla pues dijo tener dueño. Aún así, ella acabó viniendo conmigo. De una forma u otra estábamos hechos para encontrarnos, incluso antes de conocernos, y a partir de ese mismo día comencé a encontrar esos recónditos rincones y pliegues inexplorados que surgían entre acordes y slides de sonido western. En un principio se presentó como Richwood y me llamó artista pero le pareció perfecta la idea de llamarse Bella sin la elle de llave, aunque no fuera italiana ni nada por el estilo. Más bien viene del Oeste, como su sonido, y aunque con el paso del tiempo luce algunas heridas y arañazos, sigue siendo igual de bella y perfecta y sabe callar aunque la electricidad recorra todo su cuerpo. A ella le gusta el sonido de su voz y a veces cantamos juntos, pero la gran mayoría de ocasiones yo callo y ella se luce y seduce bajo mis torpes dedos.


Más sobre Marcos, aquí.

1 comentario:

Pat. dijo...

"LAFANZINE"iNFoReCOMieNDA:

"Buenas
Me permito escribiros, por si lo considerais de interés al objeto de su, digamos, deseable difusión, para comentaros que dado que ya no quedan ejemplares de mi poemario "Blues" y alguna gente me lo sigue pidiendo con insistencia, pues nada, lo he colgado en internet para que se lo baje quien guste o quiera. Tiene formato blog, pero tambien hay al final un enlace para bajarlo comodamente en pdf. La dirección es esta:

http://poemarioblues.blogspot.com/

Es un blog con una sola entrada, asi que, felizmente, no precisa mantenimiento.
Gracias y salud!"
Domingo López

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