Un horizonte distinto se abre mientras se va cubriendo todo de sonido, no me
hace falta más que un segundo para atraparme en el siguiente .
Siempre a merced del éxtasis, la nota que esperabas viene después de muchas
más, me envuelven caprichosamente, nunca será la misma melodía, cada
instante es único allá donde me envuelva.
Resultan demasiado fríos los pentagramas porque son el lenguaje de los signos
que se esconden detrás de las estrellas, más allá de cualquier mirada, de su
lejano baile… es perfecto.
Después es todo desconcierto, multidimensional, fuera y dentro de los límites
gravitatorios, hechos a la medida de cada uno de los movimientos de mi cuerpo,
frenéticos.
Allá, donde la única preocupación es crear un lenguaje único, donde quepan
todos los sonidos, tiene en realidad su forma de ser la conciencia humana,
adaptándose a cada paso, comunicándonos con el instrumento perfecto con un
mismo objetivo…
volar.
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