La oigo.
Todavía hoy la oigo.
Oigo la melodía.
Oigo las cuatro corcheas mal tocadas acompañadas de acordes descoordinados.
Oigo el inicio de cada compás, el ritmo inalterado, simétrico y perfecto.
Siento el piano y el forte, ese trino que lo caracteriza.
Oigo la vibración de las cuerdas.
Siento el golpe del martillo al pulsar cada tecla.
Oigo cómo ha modulado, si, ha modulado.
Ha pasado a otra fase, ahora es otra melodía, con otro ritmo y otro sentimiento.
Lleva reguladores y alteraciones accidentales que pocos aprecian.
Y de repente la tónica está sostenida, y le da una sensación drástica, diferente pero completa.
El piano sigue desprendiendo melodías transformadas en sentimientos y recuerdos.
Sara Aranzubía.
Quince años. Nájera, La Rioja.
Quince años. Nájera, La Rioja.
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