La gente a menudo pasa los días mirando la banqueta de enfrente, pensando en el antro, el Bar, la escuela, el trabajo, la habitación del hotel preferido, las maravillas no visitadas, etc. El dinero del trabajo, la imagen proyectada, y numerosos incontables en la piel de la tierra.
Ya nadie mira hacia arriba. Alguien dijo que el dedo inmenso que sostenía el arco del cielo ya no existía. O al menso no podía ser explorado por nuestra finitud. Ese extraño fantasma que vivió durante 2500 años estaba muerto. Los oídos no estaban preparados desde hace 500 años en que el arco fue borrado. Los prejuiciosos y legos, el pueblo, el mercado, y los hombres débiles, pensaron, que esos espacios no eran divinos.
La gente dejó de mirar, hacia arriba. Sólo un gremio siguió mirándolo, además de los seres humanos que aún eran capaces, de mirar con emoción y no con tristeza. Pues, esos espacios son titánicamente divinos, como nuestra misma tierra flotando en el centro perdido.
Habitar la piel de nuestra tierra, ha creado una antroposfera. Lo cotidiano, es la forma de evitarle la mirada a ese inmenso negro cósmico que brama por las noches.
Sí… yo no sé nada de Hegel ni me interesa, pero de todos modos le rapto, como ese pueblo Americano lo hace. Sí… el espíritu absoluto se expresa en la historia. Creo que lo tenemos medio podrido, o yo no sé cómo calificarlo. Lo cierto es que el intelectual más sublime, es expresión de ese devenir histórico, como lo es el niño que se muere de hambre en África o en Latinoamérica, la India, o Europa del este. El nefasto narcotraficante, el terrorista, el fanático religioso, o la Barbie más ignorante, son expresiones de ese mismo espíritu.
Todos ignorando, el suicidio colectivo al que nos llevan unos pocos por el dinero, por las ansias de un mundo después del fin del mundo, por las poses, por futuros escatológicos, o por la hegemonía mundial de sus propias creencias.
Quizás sea posible que el Colón cósmico con que soñó Nervo llegue a existir. Un Colón que explore y nos descubra esos nuevos mundos llamados planetas. Como todas las bellezas con que han soñado quienes aún miran arriba y encuentran inmensidades divinas. Pero nuestro sistema solar ya de por sí es difícil de recorrer. Y traemos ya la soga en el cuello, de unos cuantos que ven tan frío el cielo, que nos quieren llevar con ellos a su tristeza colectiva.
No hay vacío (como pensó Kepler), sólo una sobre abundancia del ser (como pensó Giordano Bruno), que se da de un modo tan inesperado que no lo soportamos.
Así estamos, los días se suceden, y los creadores salen a las calles a repartir escritos de papel, para disfrazar los vacíos, de las entre líneas del cosmos.
La gente sigue pensando en que se puede ser inmoral cuando ese dedo que sostenía el arco ha desaparecido. No tienen idea, que es el momento en que no todo está permitido. Pero donde las posibilidades crecen. Todo depende de nuestra capacidad de enfrentarnos a esas potencias titánicas del cielo negro.
Colón cósmico es también la gente que sigue mirando hacia arriba, y cree que es un lugar divino, aunque ya no esté habitado por esos fantasmas propios, llamados dioses. O quizás, siga habitado, uno nunca sabe.
Esperar que ahí haya vida con conciencia. Es pueril. Es esperanzador, y lo que quieran, pero ya tenemos vida acá, otras conciencias, y les ignoramos. Quién no dice que si al rato invadimos el sistema solar, haremos lo mismo que comenzamos a hacerle a la tierra.
Bio: Acol Kobernein.
Un solitario por elección o exclusión, Romántico empedernido, poeta amante de las faltas de ortografía, intelectual fracasado (de esos que tanto habitan en Latinoamérica), Blogger, además de estudiante de filosofía que nació y creció en Xochimilco (Ciudad de México) en 1982. Ateo de formación laica, cientificista, y exhaustivo amante de la literatura. Converso en 1999 al cristianismo trasnochado de una secta religiosa, en el cual duró 2 años. Abandonando esta formación cristiana protestante, por el amor a una mujer: se aventuro por los oscuros callejones del nihilismo, la mística, las oraciones, la poesía metafísica, la búsqueda de un Dios desconocido, la posmodernidad, la rebeldía adolescente, el embarazo no deseado, el anticristianismo, la filosofía, la metafísica medieval, el redescubrimiento de su autismo voluntario, el enamoramiento de la mal nombrada América, etc. Comenzó su escritura en un diario personal dirigido a Dios que terminó como bitácora de lecturas (antes de los Blogs); y en un extenso epistolario que trata de retratar una relación como la de Piramo y Tisbe, pero en medio de la globalización, con un final de carácter orwelliano (traición). Continuó experimentando, tanto con ensayos, iniciando debates y publicando poemas en los extintos foros de discusión de msn. También con un epistolario a los amigos donde narra, no sólo su acontecer personal, sino el cambio de óptica y la de fragmentación de un sujeto globalizado; como a esos incontables individuos que pasaron por sus ojos, junto con la visión dormida del inicio del milenio. Actualmente está recuperando sus estudios de Filosofía; ha recopilado la mayoría de su trabajo en un Blog: http://kobernein3.wordpress.
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