"Algún día las hormigas cobrarán su venganza", decías,
mientras contaba las vueltas de aquel tiovivo.
Así pasábamos las noches,
peceras de marionetas hundidas
en mitad del Raval,
el único lugar donde los escotes
creen en Dios a su manera.
Después de tantos años
sigo aprendiendo de memoria el papel impuesto:
jugar a ser la muerte roja
en fiestas de guardar y quemar.
Tantos años intruso de la gran mascarada,
secreta bajo altos techos
y escaleras de nácar.
Tantos años sin saber
que eras la mujer de ojos verdes
en aquella canción de Nacho Vegas,
esa que ofrece agua de mar
como remedio a la sed.
secreta bajo altos techos
y escaleras de nácar.
Tantos años sin saber
que eras la mujer de ojos verdes
en aquella canción de Nacho Vegas,
esa que ofrece agua de mar
como remedio a la sed.
1 comentario:
Me gustó, bien por Rafael.
Publicar un comentario