La cocaína entra por la nariz
a una velocidad directamente proporcional
a la que experimentan algunas personas al morirse
sin enterarse apenas
de que han existido...
o lo que viene a ser lo mismo:
un libro inacabado,
una mierda de perro sin recoger,
una carta sin sello ni remite,
una llamada telefónica sin respuesta,
un beso desesperado
en las mejillas de un cadáver,
un disparo de una pistola de fogueo,
un abrazo de una persona que te odia,
una mirada perdida de un ciego,
un aborto de una mujer de más de 40,
un feto gritando a su madre:
"¿por qué me dejaste morir?"
"madre, madre, madreeeeeeeeeeeeeee,
yo confiaba en ti...
no existía nada más para mí,
¿por qué me dejaste morir?"
Sí,
una pausa para pensar,
éste es el puto poema dedicado a algunas amigas
que quizá nunca lo fueron,
pero para las que siempre estuviste ahí,
escuchando,
consolando,
queriendo;
es increíble pararse a pensar por un minuto
lo sola que debe sentirse alguna gente...
...tal vez esas amigas,
que quizá nunca lo fueron.
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