Ad for the new Piggly Wiggly grocery stores, The Delineator, January 1929. |
Madre mía, cómo me apetece un kebab, un vino, un aguacate del mercado de
los sábados al que voy a charlar con las señoras. Nací señora y mi novio me
mira con el ceño fruncido cuando entablo conversación en la cola de cualquier
cosa. Que nadie me abrace pero no dejéis de hablarme. No dejéis
de hablarme no sea que las voces de mi cabeza empiecen a gritar o, peor, que
empiecen a susurrarme ideas locas que, entre tú y yo, no dejan de ser mis ideas
y qué aburrimiento todo. STOP. Levántate, date una vuelta por la casa, ponte las mallas, cálzate
las deportivas -en mi casa se llaman playeras, playeras te digo- y
estira un poco. Busca fotos de flores
pero no te las acerques a la nariz que eres alérgica. He llorado limpiando el
baño y antes de dormir. He estado a punto de llorar haciendo cola en el súper,
ahí no me puse a hablar con nadie porque nadie quería charlar a dos metros. No es para tanto. Todavía no me ha
tocado de cerca pero la espera de lo inevitable me hace dormir a trompicones y
me hace trabajar a cabezadas. Cuando tengo reuniones por vídeo llamada me bajo
un poco la bata para que no se vea, y la persona que está al otro lado hace lo
mismo. No hablamos de nada más que no sea el bicho o de lo que el bicho está
dejando a su paso. (Sólo hablo de
tonterías porque no puedo enfrentarme a la realidad). En las futuras colas del mercado les diré a mis desconocidas amigas señoras que nos lo
merecíamos, pero no tanto. No tan duro. No tan cerca. No tan lejos. No.
1 comentario:
I'm impressed
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