Sonó la alarma musical. Se miraron a los ojos y, como una escena diez mil veces
ensayada, Zul, Ram y Oibmac se desplazaron a sus casilleros vocacionales y, con
setenta y cinco segundos acordados, se vieron equipados, en hermosa protección
ante cualquier emergencia.
Una capa protectora de doble cuerpo se adhería a cada ser, dándoles absoluta
seguridad y armonía.
Los carteles táctiles, repartidos en todos los paneles de la ciudad, mostraban
siluetas que se asemejaban a seres luminosos en una vida cotidiana: subiendo a
la guagua, al tren, comprando en las tiendas del barrio, en una ceremonia
nupcial, en una clase de la universidad…
Bajo los coloridos diseños, cantaba una reseña:
Situaciones saliendo de la epidemia de hace 30 años, en el 2020, que ocupó la
mayor parte del planeta. La reflexión para la acción que les permitiera
transformarse y cambiar el mundo dio resultado. Priorizaron la dignidad de la
vida humana y a todos los seres del planeta.
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